Este finde, que en Madrid es puente corto, vuelvo a casa. Y, como suele pasar últimamente, subo proponiendo citas.
Otro día de luto
Se escucha en la redacción que ha muerto Antonio Vega.
De entre todas las canciones que podríamos cantar ahora, mientras vuela a Orión, hoy es esta.
Justicia… poética
Hay un conocido abogado, orondo, engominado. Suele defender en sus juicios los intereses de empresarios y otros probos ciudadanos. Escoge casos mediáticos, casos con víctimas blanco de lágrimas fáciles de sobremesa. Su vocabulario revela con total transparencia su pensamiento. Ya sabemos todos qué pensamiento es.
El caso es que este conocido abogado, engominado, orondo, disfruta lanzando en su alegato final encendidas soflamas contra el terrorismo. Se lanza y sobrevuelan la sala como balas categóricas afirmaciones. Y acostumbra a acabar su discurso con lo que cree el golpe de gracia, el lema de su particular cruzada contra el mal: Read More
Poet Voice
Gracias a este blog descubrí los post-its de Doug Savage y sus Savage Chickens. El otro día me encontré con esta tira y, bueno, me hizo gracia. ¿Hay una voz de poeta? Creo que sí y, además, el gusano acierta bastante al describirla como una mezcla entre “el capitán Kirk y Shakespeare”. Es como si para el poeta fuera inevitable ponerse “estupendo”, algo así como: para hablar de estas cosas tan profundas que os voy a rebelar, es necesaria esta, y solo esta, voz solemne.
Recuerdo que, hace años, oí a Rafael Alberti recitar uno de sus poemas. Para ser sincero, no me gustó nada. Tal vez sea un total inculto y no sea capaz de apreciar lo que lo hacía –no sé–, pero a mi me sonaba afectado, ampuloso, exagerado: una perfecta voz de poeta era aquella.
Luego ya no, luego ya oí a poetas que recitaban de maravilla –o, más bien, de una manera que a mi me gusta–, más natural, menos estelar.
Limpieza
Qué difícil querer todos los días.
Por ejemplo, cuando llegas
con manchas en el saludo
amor se llama el juego
y el pensamiento arqueado.
Hace demasiados meses
que mis payasadas no provocan
y que habría que tirar este casette
no cabe ni un beso en el salón.
Cuando viajas en patinete a Senegal
y cada vez más tú
o te siembras en campos ya regados.
Por ejemplo, aquellos que me cubro
y cada vez más yo
colisionan los planetas en mi estela.
Qué difícil querer todos los días
aunque te busque en las mujeres que me encuentro
sin rastro de nosotros.
Los días, los bares y las ciudades.
En una de esas ocasiones en las que detrás de un café viene otro, y luego otro, y otro más.
– Estoy borracho.
Miras a tu derecha, arriba, y se encorva un barbudo que apesta.
– ¿Qué dice?
– Que estoy borracho. Al menos eso me dicen, y por eso nadie habla conmigo.
– Oiga, pero… ¿y qué quiere que le haga yo?
Mayo es el mes de acoger a los piratas
A mí me gusta tener huéspedes. Por eso, siempre que puedo, en mi casa de verdad tiro colchones por los suelos e invito a quien quiera a quedarse a dormir.
Y en mi casa-blog, casa del gato, invito a los piratas a pasar.
¿Que qué quiere decir esto? Pues que tengo invitados. Que durante el mes de mayo tendréis que estar atentos, porque aquí no solo va a escribir el gato. También van a escribir los huéspedes del gato, que son muchos y llegan todos a la vez, como suele pasar. E irán dejando aquí sus huellas como quieran.
Pero claro, la menda también andará abordando otros salones. Aquí la cesión de llaves se hace por intercambio. Si quieren encontrar sus palabras, tendrán que pasarse cotidianamente por Genocation, por Los Ritos de Paso, por vi230850, por Mundo Iconoclasta, por Este Jardín, por El Cuaderno de Tigrida, por Batman es Indio, por Notas de Papel, por Contemporáneos. En cualquier sitio de esos podrán estar palabras que no estarán aquí, mezcladas con las del dueño de la casa o con las de cualquiera de los piratas. Igual que las de todos ellos vendrán a tomar a su antojo este tejado.
Ya veréis, nos vamos a divertir. Como siempre que hay visitas. Read More
Vuelve el óxido
Esa panda de cuentistas os volvemos a dar cita. Esta vez, a los que anden por Madrid. Este viernes, a las ocho, en Tres Rosas Amarillas.
Se rumorea que, después de los protocolos, los presentes igual se vuelven locos y se lían la manta a la cabeza con una jam session de cantar, contar, recitar… según le corresponda a cada uno. Yo lo dejo caer.