Ante días que empiezan como este, lo único que puede uno hacer es poner esta canción muy alto. Y además, en esta versión, que por época le queda mucho mejor a esta casa mía que tal mañanita me está dando:
Las ciudades destruyen las costumbres
En las tardes de domingo uno debiera siempre estar en La Ciudad. Sí, ahora saldría a la calle y me asombraría una vez más de lo bonito de mi barrio sin gente, de la sutil inclinación de las ventanas hacia el río. Seguiría bajando hasta los puentes y pensaría en lo mágico de la construcción de las catedrales. Como no habría comido, me compraría un crêpe y me reiría pensando que al final siempre me digo: “nunca más, me empalagan tanto” -como con los gofres-. Y buscaría quien pudiera venderme una cerveza. Me sentiría bien por renunciar a llamar a nadie, me sentiría fuerte. Os escribiría mensajes, postales invisibles para decir en qué pienso. Borraría sin darle importancia ese otro mensaje, estúpido, al que no quiero contestar. Y de paso su número para siempre, otra vez. Se me ocurrirían poemas y apuntaría en la agenda su comienzo, buscaría algún nuevo graffitti escondido de MissTic. Sonreiría a desconocidos, volvería a casa algo así como crecida, balanceando una bolsa de comida china y, seguramente, un libro nuevo arrancado a la orilla del río. Sabría esperar, no habría todo este miedo atenazante, amenzante. Todo tendría el color milenario de la piedra. Read More
…escoger el color equivocado…
Y llegó por fin la familia, el coche cargado con todas las cosas sin las que no se puede pasar el invierno. La casa ya parece una casa, hay libros, manteles, abrigos, el saxo, las velas, un árbol a construir.
Llegaron, también, por fin, a mis manos las últimas cartas a Kansas, y así fue como pude, cuando tuve todo sobre las baldas, en los cajones, en su sitio, confirmar lo que me temía: Read More
Estantes vacíos
La Habana se queda sin alimentos
Las medidas del Gobierno para bajar los precios de los víveres tras el paso de dos huracanes provocan el desabastecimiento en la capital cubana
“Ni entre, que esto da pena”, dice un vendedor a la puerta del principal agromercado (mercadillo privado) del municipio Playa, en La Habana. El joven tiene razón. El panorama es deprimente: tres días después de que el Gobierno decretara medidas para estabilizar los precios en los mercados libres de alimentos, este agro de la capital esta prácticamente sin existencias. De sus 30 puestos, sólo trabajan tres y los productos que ofrecen son aguacates, limones, naranjas, calabaza y poco más. “Es insostenible: si seguimos así, cerramos en una semana”, aseguraba ayer un comerciante ante su tarima vacía.
(…)
(Mauricio Vicent, EL PAÍS)
Aprendiendo de la niña mala
Estoy leyendo un libro que habla, por ejemplo, de cómo cada vez que uno cambia de ciudad puede permitirse cambiar de identidad, inventarse una persona y serla.
Me preguntaba si ahora que he vuelto a Madrid estoy obligada a retomar la máscara vieja o puedo fabricarme una nueva, más a medida de los tiempos que corren. Pero ahora supongo que ya sé que ninguna de las dos va a ser realmente posible. Tierra de nadie.
Al menos me queda la opción de agarrarme a un párrafo distinto, y simplemente esperar que algo permita un nuevo pistoletazo de huida: Read More
Back in town
“Bienvenida de vuelta a la ciudad invivible pero insustituible”, me dijeron anoche. Porque Laura está de vuelta en la ciudad de los gatos, en la gris de cielo-paleta. Está de vuelta en la ciudad y tiene un apartamento que uno diría salido de una canción del Sabina de la primera época (paredes de moqueta, vista a oficinas, muebles inclinados, platos de duralex, pasillo de hotel-dulce hotel-).
Instrucciones para despedir una ciudad
Si tienes la suerte de haber vivido en París cuando joven, luego París te acompañará, vayas a donde vayas, todo el resto de tu vida, ya que París es una fiesta que nos sigue
(Hemingway)
Si organizas una cena de despedida, procura que el Papa interrumpa la circulación. Así podrás llegar tan tarde que nadie olvide tu reputación, y ver de paso una última vez todas las luces de la ciudad mientras buscas desesperado un puente que pueda cruzarse sin que lo impida tanta, tanta policía. Read More
Lo que yo llamo una buena noticia
Estas son las cosas por las que vale la pena leer periódicos por las mañanas:
Una familia de palestinos cristianos residentes en Jerusalén Oriental y ciudadanos de Israel, ha decidido perpetuar la memoria de su hijo muerto en un atentado financiando la traducción al árabe de una destacada obra literaria israelí (leer más) Read More
El viaje de Primo Levi
Cada vez lo tengo más claro: la mejor manera de hablar de una cosa, es hablar de otra. Me ayudan en la idea un tomo dos sobre la mesita, algunas canciones, de vez en cuando los artículos de amigos, casi siempre las conversaciones con secretos y no pocos equívocos afortunados. O ver un sábado por la mañana “La strada de Levi“ (“El viaje de Primo Levi”).
Los hombres que no amaban a las mujeres
Me habían hablado tanto y tan bien de la trilogía de misterio de Stieg Larsson que no supe si sorprenderme o no cuando al cabo de un par de capítulos del primer libro decidí admitir que no estaba ni demasiado interesada, ni en absoluto enganchada, ni prácticamente dispuesta a continuar. Pero anoche me dije: a ver, un capítulo más; y a día de hoy, habiéndome dormido más tarde de las dos en plena intriga, me he levantado a las ocho sólo para poder ver un rato, antes de salir a la cruda realidad, cómo continúa este “Los hombres que no amaban a las mujeres” (que parece ser que ya está traducido al español, aunque yo como siga así de atrapada me pienso llevar los dos tochos siguientes de aquí, ¡no me voy a poner a esperar!)
Os dejo, para abrir boca, con un trocito, que ni tiene misterio ni es en absoluto representativo del libro, pero que me gustó: Read More