photo_2016-06-09_00-14-30

ELECCIONES GENERALES, SEGUNDA VUELTA. DÍA -1 DE CAMPAÑA – Carta a Alba

Alba, querida,

En menudo jardín te has metido esta vez. Al carajo un ratito la tesis, y al carajo un ratito tus libros, tu calma, tu estancia en el extranjero, tus gatas incluso… para ponerte a hacer campaña. Hay que ver.

Te escribo así, aquí, porque te debo una conversación. Recuerdo que me llamaste, nerviosa, y me dijiste: “necesito consejo, estoy pensando en pararlo todo un par de meses para echarle un cable a Sofía durante la campaña con la prensa y la agenda, pero no sé si sabré hacerlo, no sé si es buena idea”. Yo iba en un coche, zumbando como siempre hacia un programa de la tele, teléfono echando fuego, y te dije: “la respuesta, por supuesto, es sí. No dudes, hazlo. No te preocupes, lo vas a hacer bien, mejor que nadie. Te llamo esta noche”. 

Y ahí te dejé, con tus nervios y tus dudas, y ni llamé esa noche, ni llamé a la siguiente, ni te he echado ningún cable.
Pero no voy a pedir disculpas. Por un lado, porque ya me han contado que, tal y como sabía que pasaría, no necesitabas ninguna ayuda: ya lo tienes todo listo, y te ha salido seguro igualito a como lo habríamos hecho de haberlo pensado en común. Por otro, porque seguro que a estas alturas, con un par de semanas rodando, ya entiendes a la perfección que se me puede perdonar la no-llamada: ya conoces este ritmo avasallador.

Pero te escribo hoy, a unas horas de que arranque la campaña, porque sí que hay algunas cosas que te quería decir. Algunas, pequeñitas, que he ido aprendiendo, y que quizá te puedan acompañar.

Lo primero sí que llegué a decírtelo, en aquella conversación fugaz. En lo que respecta a ocuparte de la prensa de la candidata, no tengo ninguna preocupación por ti. Tienes las dos cosas que más falta hacen: una cabeza bien cuadriculada y la capacidad de pegar gritos cuando sea estrictamente necesario. Con eso, lo más difícil lo tienes resuelto. Lo demás es cosa de ponerle atención a la lectura (de los periódicos y de la realidad) y tratar de responder a lo visto con sentido común. Nada que no hagas cada día.

Lo más difícil, me temo, es todo lo demás. Porque, además, para ti, a diferencia de mí, el de acompañar a Sofía va a ser un trabajo holístico. Tú no le llevas prensa y agenda, Alba. Tú vas a ser su andamiaje. Supongo que a estas alturas ya lo sabes, pero cuando haces una agenda, lo más importante no es que cuadre todo, sino que ella sepa que contigo a su lado, cuadra. Lo más importante cuando haces el argumentario de una entrevista no es que abarque todo, es que ella sienta que no tiene ni una fuga de agua. Lo más importante cuando trates con periodistas es que las decisiones las tomes tú, que los noes los digas tú, que cuando la candidata llegue solo tenga que brillar.

Sí, ya sé que esto ya lo sabes, pero tu misión es lo que no se ve. Cuidar, que es quizá lo que mejor se te da del mundo. Y cuidar en toda la amplitud que le conocemos a la palabra. Cuando la candidata se ponga imbécil (porque se pondrá), decirle que por ahí no. Cuando se ponga triste (porque se pondrá), entenderlo, porque es la única manera. Cuando la candidata esté eufórica, acompañarla en las cañas aunque tengas sueño. Cuando la candidata tenga miedo, decirle que tú también.

Hay más cosas que también sabes pero que también te voy a decir otra vez. Durante las dos semanas que dura esta campaña, te vas a pelear con aproximadamente toda la gente que quieres.
Pero no pasa nada.
De verdad, no pasa nada.

También habrá muchos días en los que te preguntes quién narices te mandó meterte en esto, por qué lo estás haciendo. Te doy una respuesta para que te la anotes. En tu caso concreto, la razón es la mejor de las razones: la generosidad. Y no solo la generosidad de la amistad que te une a Sofía, y que te lleva a estar a su lado en este enredo porque sabes, eso es lo cierto, que nadie lo haría mejor que tú. Te conozco, y sé que aunque valores la amistad por encima de casi todo, no te comprometerías en algo en lo que no crees ni siquiera por amistad. Tu generosidad no es solo con Sofía. Es con un proyecto, es sin-objeto, es por el horizonte. Desde luego, tú estarías mejor si no lo hicieras, y esto, tener esto claro, va a ser tu eje y tu cordura, en este viaje.

Te doy también el consejo que me dieron a mí: “come cuando puedas, duerme cuando puedas”.
Te diría “fuma cuando puedas”, pero mejor no fumes demasiado.
Y añado, inevitablemente: remolonea en la cama cuando puedas, porque sigue siendo cierto que necesitamos amor para ser valientes.

Otra frase que te vendrá mucho a la mente, seguro, es aquella de: “quién me iba a decir a mí…” Te verás en situaciones insólitas: negociar debates decisivos con señores encorbatados, tratar en pie de igualdad con gente de esa que decide sobre nuestras vidas, verte en lugares a los que el acceso está normalmente vedado. Respecto a esto, te diría que cultives el disfrute de lo excepcional y la mirada de novelista. En serio, disfrútalo. Y toma notas.

Te verás, también, haciendo una cosa muy rara para nosotras: política. Sí: te imagino discutiendo en un comité de campaña y no puedo evitar sonreírme. Anda que no hemos despotricado tú y yo de estas cosas toda la vida, anda que no nos hemos reído de la “gente de partido”… Pues mira, otra de esas contradicciones de las que aprender y teñirse de humildad. Al fin y al cabo, también creímos hasta hace no tanto que la igualdad era un empeño resuelto, y míranos ahora, con el feminismo por bandera esencial. Estas cosas pasan.

Pero no te olvides de que no sabes de esto.
Y de algo que sí sabes: manejar la intuición de qué gente es la que hay que tener cerca. Localiza a esa y escúchala mucho. Que nuestro no-saber trae frescura, pero la experiencia de otros la necesitamos como el comer.

Me gustó mucho, cuando le pedí a Sofía una foto en la que aparecieses cumpliendo con tu nuevo papel, que me enviara esta. ¿Sabes por qué? Porque sales desenfocada. Y esto es lo que debe ser. Muy cerquita, muy guapa con tu jersey blanco, pero desenfocada. Ella, ellos, están en foco; y tú, nosotras, a un ladito. Esa es la misión. Y eso, quiero decirte, es nuestra suerte. Piensa siempre, cuando te agobies, en que peor lo tiene ella, que tiene que poner la cara y el cuerpo. Nosotras tenemos la suerte del anonimato, la ventaja de poder permanecer borrosas. Que no se te olvide, si te da la tentación de sentirte importante y de querer figurar (porque pasará, y tampoco hay que torturarse). Somos útiles en la medida en la que estamos detrás. Me acordaba de un libro que nos gustaba mucho, hace tantos años, cuando nos conocimos: aquel de Alberto Olmos, El talento de los demás. Siempre tuviste eso por vocación: llevar a otras personas a lo mejor de sí. Por eso te hiciste editora, agitadora cultural, investigadora. Por eso estás ahora aquí.
No olvides que te encanta.

Voy acabando, hermana, que tenemos que irnos a pegar carteles, tanto tú como yo. Que pena que no sea juntas.
Pero en cierto modo, estaremos viajando juntas, porque vamos hacia el mismo sitio.
Y eso acompaña.

Quiero decirte solo una cosa más: que por muy acelerados que sean los días, no dejes de pensar en la poesía. Parecerá una locura, pero la mirada poética funciona aquí, es un ancla. Hacer las cosas bonitas aunque a nadie parezca importarle. Buscar siempre la palabra precisa, la palabra distinta. Tomar la perspectiva del envés. Y recordar los versos fundacionales como mantras, como brújula moral.

Yo, por ejemplo, llevo conmigo unos tuyos: “Es frágil la rama / que sumas al árbol (…) / Es frágil la rama. / Pero se siente / bendecida de luz”.

Busca la luz y p’alante, Alba. No te hacen falta consejos, pero si los necesitas, pídelos.

Intenta disfrutarlo, porque en todo esto también hay algo de inmensa suerte.

Nos vamos contando. Cuídate un poco. Sé feliz.

Abrazo grande,

Lau

 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *