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ELECCIONES GENERALES. DÍAS 10 Y 11 DE CAMPAÑA (MADRID) – Pasar por casa

A veces, la caravana pasa por Madrid, para en Madrid. No son días de descanso: también allí hay medios que atender, actos que sacar adelante, reuniones que mantener, compromisos que cumplir. Pero, al menos, podemos pasar por casa.

Aunque, al final, pasar por casa no sea tan sencillo como parece.

Abrimos la puerta sigilosos, sacamos medio dormidos ya el pijama de la maleta y nos deslizamos sin hablar dentro de la cama a una hora imposible. Nos levantamos poco rato más tarde, aún no hay luz afuera, volvemos a procurar no hacer ruido.

Si podemos dormir un poco más, igualmente nos despertamos muy temprano y, con una bola de nervios en la tripa, enseguida necesitamos ponernos a “hacer algo”.

En la nevera no hay leche para el café.

Sacamos unas cosas de la maleta para meter otras. Ponemos una lavadora y un imprevisto nos hace salir corriendo: vaya por dios, la colada otra vez se va a quedar días enteros sin tender.

Discutimos por todo. Lloramos por nada. La gente que nos quiere tiene que querernos mucho para querernos asi.

El teléfono suena y suena, ajeno a que una quiera fregar los cacharros.

Miramos el buzón obsesivamente para ver si ha llegado el voto por correo.
Miramos por alto nuestro correo electrónico, que suma ya como doscientos “no leído”.

Siempre ponemos en el calendario que ese día haremos “nuestras cosas”. Esa respuesta pendiente, ese recado, ese artículo por enviar. No lo logramos, claro. Apenas depilarse a chuchilla bajo la ducha y hacer una llamada a la familia para decir que todo bien.

Pasar por casa no se nos da bien. Ni alcanzamos a explicar bien estas vivencias, ni tenemos a mano la escucha generosa para entender las de los otros. El torbellino-campaña se come un poco la empatía. Somos seres acelerados y con la cabeza siempre en otra parte que hacen mal casi todas las cosas normales. Casi sentimos alivio al cerrar la puerta de nuevo y, bajando las escaleras, recuperar la lista de tareas y el no-pensar que trae el agobio.

Esto da un poco de miedo, por supuesto.
Porque si no sabemos pasar por casa… ¿Cómo sabremos volver a casa?

¿Cómo va a ser todo al regresar?

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