Curiosa manera de volver a casa

Ya os he dicho alguna vez que me interesa mucho todo lo que tenga que ver con experimentos acerca de nuevas narrativas (y poéticas) que exploten realmente las posibilidades de Internet.

Pero lo cierto es que, en mis investigaciones, rara vez encuentro algo que me parezca, por un lado, verdaderamente novedoso; por otro, verdaderamente multimedia-al-modo-Internet; y por un tercero, interesante a la hora de expresar.

El tema es que esta mañana, gracias al blog, precisamente, de Davinia Suárez (alma mater del Deletrea.me arriba enlazado), doy con un experimento que sí. Que sí me parece original, que explora genuinamente las posibilidades de los recursos web, y que (fundamental en el caso) logra con ello trasmitir de una manera concreta, contar de un modo suyo.

No sé si será porque estoy bajo mantas, con uno de esos resfriados clásicos del otoño que hace parecer lejano ese brillo residual del sol de fuera y te meten dentro el frío,  pero me he emocionado y todo, volviendo desde aquí a la esquina de las charlas infinitas los viernes por la noche,  al camino a la escuela, al rincón de los besos, a la rotonda de todas las decisiones importantes.

Parece raro / cómo solíamos esperar que llegaran cartas / pero es más raro aun / cómo algo tan pequeño puede mantenerte vivo.  // Solíamos esperar / Solíamos perder horas sólo caminando por ahí / Solíamos esperar.

Pero no os doy más pistas.

Sólo os recomiendo, para una mañana cualquiera o una tarde nostálgica: pasáos a ver (y quien dice ver dice sentir) el nuevo videoclip de Arcade Fire (os aconsejo, como ellos, hacerlo desde Google Chrome, la verdad es que cambia). Lo salvaje en la ciudad.

Haced primero el vuestro, para no estropear la sorpresa. Luego, si queréis, os invito a correr por la calle de mi infancia.

¿Le mandaréis a la Laura niña una postal desde allí? Solía escribir / Solía escribir cartas / Solía  firmar con mi nombre/ Solía dormir toda la noche /antes de que las luces brillantes se asentaran en lo hondo de mi cerebro // Pero para cuando nos conocimos / Para cuando nos conocimos los tiempos ya habían cambiado. 

DE LA CASA DEL PADRE

 Cerrada la puerta, echados el cuarterón y los
postigos dejé la casa, por si un día vuelvo.
Guardo en el envés de la memoria caminos
y callejas de barro y de escuela: imprecisa
cartografía del vencido.
De la casa del padre salí atravesando
los más altos puentes de piedra, y salté setos
y trepé a árboles de frutas dulces y amargas.
De la casa del padre llegué hasta este día
como cerezo japonés que nada guarda
y mira al suelo, de revés, asombrado y sordo.

(Esther Prieto)

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