Las encuestas, las encuestas, las encuestas. Todo el mundo habla de las encuestas. Y cuando deja de poder haber encuestas, de esas otras no-encuestas que se disfrazan de frutas para traer desde Andorra sondeos de tapadillo que siempre me han parecido más funambulistas todavía que los de costumbre. (No deja de sorprenderme y divertirme, por cierto, ese juego aceptado de publicar lo que no se puede publicar por la treta sencilla de dibujar fresas y berenjenas: como en una especie de Noche de Reyes en la que todo el mundo pacta tácitamente cumplir con la ficción).
Que si las berenjenas cada vez están más caras, que si ya sois segunda fuerza, que si hoy habéis bajado un 0’4.
Os voy a contar un secreto: en campaña, no miro las encuestas. Completamente en serio: si veo un titular que va de eso, no lo abro. Si oigo un dato en un informativo, me esfuerzo en olvidarlo. Read More