Hoy ha sido un día extraño. Digamos que le sobraban horas o le faltaban prisas o en todo caso algún desajuste extraño se producía entre el plácido afuera del verano entrante y este adentro revuelto que no sabe para dónde ir. La sensación, no obstante, resultaba conocida. Un andar desbarajustada por la cotidianeidad, un no saber explicar el porqué de los nervios, un andarle fallando a todo sin acabar de entender las razones.
En un momento dado, te das cuenta: simplemente, aquí estamos otra vez.
Aquí: en el raro impasse entre vorágine y vorágine.
Aquí: viendo lo que se viene sin poder morderlo en firme todavía.
Aquí: con tantas tareas por hacer, tan poco tiempo para hacerlas, y unos tiempos que guardar sin embargo para que puedan salir bien.
Aquí: reestructurando, redefiniendo, reinventando.
Aquí: reencontrando el lugar.
Aquí: en las expectativas.
Faltan 11 días para que empiece otra campaña y, sí, hoy me he puesto bastante nerviosa. He intentado las tretas habituales: tomar cañas, hacer llamadas de teléfono, pasear, leer libros hermosos. Nada. Nada le gana la batalla a esta inquietud sin nombre.
Es entonces cuando lo he pensado: ha llegado el momento de volver al blog.
Al fin y al cabo, siempre supimos por aquí que escribir en medio del huracán era el único modo de amarrarse a tierra.
Faltan 11 días para que empiece la campaña. Todo está por escribir. ¿Cuáles serán los matices que adjetiven y adverbien esta vez la acción frenética de los días? Sol en vez de frío, nuevos compañeros de viaje, saber algo más sobre el funcionamiento técnico de las cosas. Y nosotros, nosotras: ¿somos acaso las mismas?
Dudaba si volvería a escribir blog de campaña, sobre todo, por una pregunta: ¿lograré hacer algo distinto, volver a enganchar, encontrar otras palabras para la misma historia?
En fin: no en otro empeño están (estamos) todos los partidos, todas las cadenas, quizá todo un país.
Si no creyera que la respuesta es sí, ¿qué haría aquí?
Hoy faltan 11 días para empezar de nuevo una campaña llamada a ponerlo todo patas arriba. Es 30 de mayo. Las Ferias del Libro despliegan su bullicio, los últimos días de la primavera se alargan remolones para hacer más cortas las noches; pero muchos, muchas, en todos los puntos de este mapa que recorreremos, nos afanamos nerviosos con los mensajes de móvil, con los calendarios, con los vídeos, con los planes. Con y contra esos nervios sordos que conocemos pero nunca dejan de extrañar.
Aquí estamos otra vez. En la carretera y en la escritura.
El viaje, en realidad, nunca se ha parado.
Te leeremos 😉
Descubro ahora muchos comentarios que se quedaron sin responder… Gracias en este mismo por toda la compañía