Abdellah Taia, los muchos Marruecos y una zona libre

Desde que llegué aquí  había escuchado y leído mucho acerca de un tal Abdellah Taïa. Escritor declaradamente homosexual, más conocido casi por lo segundo que por lo primero, me contaban de varias novelas relativamente fáciles de encontrar y de unos supuestos libros de poemas cuya existencia fantasma no he logrado aun volver tangible. Escritor marroquí residente en París, leía sobre él en periódicos y revistas, escuchaba su nombre en conversaciones.

Hasta hace un par de semanas, la verdad, no había encontrado la ocasión de empezar uno del par de sus libros que tenía esperándome en el montón de “pendientes”.

Leí, me interesó. Y por esas cosas de las coincidencias, el pasado jueves mi librería rabatí favorita (que resiste ahí cerquita de la entrada de la medina, albergando en un lúcido caos todo tipo de cosas bajo el sugerente nombre de Kalila wa Dimma) organizaba una presentación de su último libro.

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El poema que en realidad era una lista

El otro día estuvimos jugando en facebook a algo divertido. Pronto, cuando las tareas apremien menos, dejaré por aquí los resultados.

Por ahora, no resisto la tentación de compartiros uno de los descubirmientos que más le agradezco al experimento. Un amigo me dio la pista de este poema, el poema que era en realidad una lista.Lo habré escuchado no menos de diez veces desde entonces.

Luego, googlea que te googlea, encontré otras cuantas cosas suyas, descubrí que la chavala es todo un figurón del recitado londinense, una especie de superstar del slam medio-oriental-medio-modernito cuyos libros no hay quien encuentre para saciar la sed porque se ve que prefiere no dejar huellas más que en las memorias.

Está bien, lo que encontré. Pero para nada tanto como este poema que no paro de escuchar, en bucle, como una oración que permitiera entender algo.

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