Sones del llano

De todos los libros que me traje de Buenos Aires y que voy, poco a poco, recorriendo con el placer de una visita esperada, hay un descubrimiento en especial que me llena los días. Tres tomos de una antología que paseo por Madrid sin darle tregua, doblando esquinas y copiando versos; poesía de esa que da respuesta a las preguntas esenciales, que ayuda en las pequeñas y grandes batallas, en los trabajos de los días, y hace pensar en las manos de los justos.

Se trata de una antología de la obra de Hamlet Lima Quintana, un hombre que puso a sus espectáculos el nombre de “Del amor, los pájaros  y la gente” y habitó su poesía con el pampamapa, el rancho, los árboles, la lucha, la ciudad, los cuerpos, los vecinos, las charlas. Y, sobre todo, con “esa gente que es así, tan necesaria”. En sus líneas suena nítida la cadencia de un modo de sentir que es para muchos santo y seña; y me recuerda a una especie de Benedetti filosófico, un Neruda más entero, un Larralde sobre el papel, un Darwish en castellano.

Ocurrió algo curioso. Emocionada con mi descubrimiento, indagué entre algunos amigos y hallé, para mi sorpresa, que no lo conocían. Ni siquiera algunos que leen y escriben como si hubieran mamado sus palabras. No sé. Lo achaco a las magias que hace el viento repartiendo padrinos de adopción, al raro modo que tienen de darse vida los hermanos.

El caso es que ese desconocimiento me ha animado a dejaros por aquí un poco de esos libros, por si interesara. Os hago llegar, aprovechando que es viernes, que tenéis tiempo y no veo mejor manera de aprovecharlo que con este viaje a palabras bien elegidas, una amplia selección de entre los poemas que fui marcando -nunca me creí esa norma tácita de que no hay que regalar posts largos- .Y entre medias, algunas canciones con letra suya y voces de unos y de otros (en mi palmarés, la que canta Mercedes Sosa, y sobre todo la última, la que os pongo en vídeo, en la que además podéis oír lo maravillosamente que se leía este señor).

Guardad el enlace a buen recaudo, y, cuando os vaya bien, tomáos el rato de saborear este raro regalo que nos ha hecho el azar de las librerías. Saldréis del trayecto con más fuerzas y seguro pensando que “deslindar mariposas es tarea / que nos incumbe a todos” .

NACIMIENTO

Resulta que la tarde transcurrió entre risas,
unas risas fecundas y cercanas
como las ganas que teníamos todos
de hacernos mariposa, pájaro, ternura.
Resulta que una hora multiplicó los panes,
es decir, las promesas del pan,
la suma de actitudes, los salmos respetuosos,
los derechos a darnos cada vez más vida.
Resulta que cada minuto puso a la tierra nueva,
apta para que cada uno la amara como un cántaro,
para que cada uno se sintiera adherido,
abrazado por su cordón umbilical indestructible,
profundamente sol,
profundamente hombre.
Ésa fue la razón: sentirse hombre,
dueño de cada minuto, cada hora y cada tarde
de milagro, de ganas de cantar,
de andar sembrando la vida que nos queda
y, simplemente, decir por todo el mundo
que ha nacido, por fin, una esperanza.

Recuerdo que una voz nos repetía: -¡Qué dolor
sentirá la gente en este parto!-.
Pero en verdad, la gente sólo multiplicaba
esa alegría nueva, sólida, tangible,
una rotunda forma de lastimar a muerte
a la antigua soledad;
una manera de descubrir al prójimo
y darle a la esperanza
los hermosos pañales de la sangre.

Recuerdo también que alguien decía:
-¡No estamos preparados para este nacimiento!-
Entonces se alzó toda la gente necesaria,
las villas, los pueblos, las ciudades,
nos alzamos siguiendo el camino de los árboles
creciendo en sueños desde las raíces,
algunos superaron los tejados,
nadie se puso de rodillas
y gritamos:
-¡Desde hace siglos tenemos estas rosas
en la sangre! ¡Hasta ese cielo azul nos pertenece!
Y en mitad de la recién nacida,
en el centro feroz de la esperanza,
comenzamos a hacernos mariposa, pájaro, ternura.

NO ESTAMOS SOLOS

No; no estamos solos para cortar las sombras,
ni para alimentar la vanidosa soledad,
darle un sentido al acto heroico,
tan repetidamente heroico,
de vivir.

Algunos que no pueden hablar dejan sus señas;
otros señalan la palabra necesaria
y todos, definitivamente todos,
nos repartimos un poco de luz
como si fuera un pan y una esperanza.

Hay gritos que parecen mariposas
y hay mariposas que suenan más que los silencios.
Pero también hay silencios,
pavorosos,
en la mitad de la palabra.

No; no estamos solos para cortar las sombras.
La duda está en saber o dar por descontado
que conocemos el camino,
la ruta,
el tiempo,
este camino del animal al hombre.

Y desde entonces,
desde que hablamos de cualquier manera,
hay un hombre en la luz
que nos está llamando
desesperadamente.

Los hombres en el Sur
de verde innumerable,
tejían mates y palabras,
mordían lanzas en la noche de hogueras,
acompasaban cajas en vidalas perdidas,
con cigarros de chala
y voz de vino libre
escribían al aire:
-La cordillera es alta,
pero caminaremos hasta llegar al mar.

***

Una vez llamaron a la puerta
que tengo en mitad del pecho.
Pero no pude descubrir a nadie.
Y desde entonces la conservo
de par en par abierta,
por las dudas.

Hay gente que con sólo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales;
que con solo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recoger toda la magia.
Hay gente que con sólo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas;
que con sólo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa.
Hay gente que con sólo abrir la boca
llega hasta todos los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después como si nada.
Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria
pues sabe que a la vuelta de la esquina,
hay gente que es así, tan necesaria.

 

CARTA A SILVIA

Hoy me descubro y me desnudo y me descarno
sólo me culpa tu recuerdo en mis virtudes,
como antiguas batallas que pasaron,
tu valentía frente a mis angustias,
tu fortaleza entre mi miedo,
tu voluntad de pájaro entre mi torpe vuelo.
Miro en la tarde azul las golondrinas del verano,
tal vez una calandria que atesoré en un cuento,
tal vez a todos los gorriones del abuelo
y entre todos los pájaros
se me aparece de pronto el arco iris,
la suprema presencia de la sangre
entre largas distancias y olvidos con jazmines,
la pajarita de papel que argumentó la vida
diciendo, con la simpleza del malvón:
“alguna vez en tu país se acabarán los miedos
y es necesario que ese día te encuentre de pie”.
Hoy que asumo tu salud fundamental,
la misma que nuestro pueblo ejerce diariamente
con papas y lechugas y sangre derramadas,
me veo entre tu letra con todos los hermanos,
entre tu corazón atormentado y tu oxígeno pobre,
entre tu pensamiento de magia castigada.
Y así estoy, asumido en tu vuelo
porque aunque florezca la muerte entre las ramas
no se puede ofender a mis pájaros, no, no se puede.

***

CUANDO MI MANO TE DESPIERTA

Toda esta multitud que nos está mirando,
que está dentro de uno, detrás, debajo,
que nos lleva el camino por delante,
que nos marca el trabajo y los sudores,
que nos aplaca el hambre,
o que junto a nosotros el hambre se hace el olvidado,
que nos mira los sábados contentos
y los domingos un poco en el acecho,
y los lunes y martes y los miércoles
un poco más de la esperanza.
Toda esta multitud que nos circunda
nos lleva para allá con su estatura,
nos dice: -éste es el pan,
híncale el diente y búscale la forma-;
toda esta multitud que está buscando
el fondo del bolsillo con la paz afuera,
el sol adentro, la ternura a cuestas, el corazón del mediodía;
toda esta multitud que somos
tú y yo,
solos los dos en todos,
casi perfectos,
toda esta multitud nos vive y se hace cierta
cuando mi mano te despierta el pecho.

LENGUA

Y sin embargo, se da nombre a las cosas.
Se dice: Éste es el día,
éste es el vino,
ésta es la historia,
éste es el tiempo y el espacio.
Y sin embargo se repite:
-Llámame cuando quieras-
-Acude a mí-
-No soy olvido-
-Dos y dos es redondo como el mundo-
Y sin embargo,
lengua,
a pesar del parásito mentira,
lengua,
hay esperanza en la palabra.
Ya lo dije otra vez:
Las cosas y los seres,
los fuegos y las aguas,
los peces y las jardinerías exclamarán:
He aquí que nace el sol de la boca del hombre.
Entonces, sin embargo,
lengua,
te amo.

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