Justicia… poética

Hay un conocido abogado, orondo, engominado. Suele defender en sus juicios los intereses de empresarios y otros probos ciudadanos. Escoge casos mediáticos, casos con víctimas blanco de lágrimas fáciles de sobremesa. Su vocabulario revela con total transparencia su pensamiento. Ya sabemos todos qué pensamiento es.

El caso es que este conocido abogado, engominado, orondo, disfruta lanzando en su alegato final encendidas soflamas contra el terrorismo. Se lanza y sobrevuelan la sala como balas categóricas afirmaciones. Y acostumbra a acabar su discurso con lo que cree el golpe de gracia, el lema de su particular cruzada contra el mal: Read More

Poet Voice

Gracias a este blog descubrí los post-its de Doug Savage y sus Savage Chickens. El otro día me encontré con esta tira y, bueno, me hizo gracia. ¿Hay una voz de poeta? Creo que sí y, además, el gusano acierta bastante al describirla como una mezcla entre “el capitán Kirk y Shakespeare”. Es como si para el poeta fuera inevitable ponerse “estupendo”, algo así como: para hablar de estas cosas tan profundas que os voy a rebelar, es necesaria esta, y solo esta, voz solemne.

Recuerdo que, hace años, oí a Rafael Alberti recitar uno de sus poemas. Para ser sincero, no me gustó nada. Tal vez sea un total inculto y no sea capaz de apreciar lo que lo hacía –no sé–, pero a mi me sonaba afectado, ampuloso, exagerado: una perfecta voz de poeta era aquella.

Luego ya no, luego ya oí a poetas que recitaban de maravilla –o, más bien, de una manera que a mi me gusta–, más natural, menos estelar.