“The dream” se hizo real

Hoy sería un buen día para citar a Víctor Botas, aquello de: ¿Cómo atender, estando / ella ahí , a estas cosas de la política de España / o de Rusia, o de Roma?…

Pero al revés también, en justa compensación: cómo atender a nada otro, bueno o malo o solamente confuso, con estas cosas en que la política se prodiga tan poco y dibujan contadas mañanas sonrisas con la compañía del informativo, antes de entrar en la ducha.

Hoy no es día de leer periódicos. En los últimos meses ya lo hemos leído todo, y lo de 270- Iowa-Ohio-y-demás, parece lo de menos. Es más bien día para pensar, con la seriedad alegre de los cambios importantes. Porque, sin alzar campanas al vuelo, que lo importante empieza ahora, parece indiscutible que esta elección -en el primer sentido de la palabra, esta choice, esta opción- no es baladí. Por mal que pueda salir todo de ahora en adelante, basta una mínima creencia en el poder de los símbolos para ver materializarse ante los ojos la imagen de un giro. Pienso por ejemplo en lo que decía la semana pasada el agudo editorial en que The Economist manifestaba su apoyo a Obama:

¿Es el señor Obama algo mejor? Mucho del revuelo a su alrededor ha sido acerca de lo que és, más que de lo que haría. Su identidad no es tan irrelevante como parece. Simplemente por convertirse en Presidente, invalidaría muchos de los mitos construidos acerca de América: sería mucho más difícil para quienes extienden el odio en el  mundo islámico denunciar al Gran Satán si lo gobernara un hombre negro cuyo segundo nombre es Hussein; y mucho más duro para los autócratas de todo el mundo proclamar que la democracia americana es una falacia. (…) En casa aliviaría, si no cerraría, la fea herida racial impresa por la historia de América y rebajaría la tendencia de los negros americanos a culpar al racismo de todos sus problemas. 

 A mí, pase lo que pase, hoy me gusta un poquito más el mundo, lo veo como un poco más digno de regalarse un siglo XXI. Sin perder un sano escepticismo, pero con una aun más sana esperanza. El otro día, en clase, hablábamos de como Kant, hace tanto tiempo, proponía en su filosofía política una apuesta por el optimismo. Partiendo de la peor de las ideas sobre la naturaleza humana, se decía: pero esto va a mejor, el único sentido de la historia es irse perfeccionando. Y asumía que la única forma era tratar de, paso a paso, en una política de mínimos, ir conformando una sociedad civil más justa. Recordé esta mañana, como una revelación, lo que decía acerca de los gobernantes:

El hombre es un animal que, al vivir entre otros de la misma especie, necesita un señor. Pues, con seguridad, abusaría de la libertad con relación a sus semejantes; y aunque, como criatura racional, desea una ley que ponga límites a la libertad de todos, la inclinación egoísta y animal lo incitará, sin embargo, a exceptuarse osadamente a sí mismo. (…) Pero, ¿de dónde ha de tomar el hombre semejante señor? Sólo de la especie humana, y no fuera de ella. Pero en ese caso también él será un animal que necesita un señor (…)

El jefe supremo debe ser justo por sí mismo y sin embargo hombre. Por eso, esta es la tarea más difícil de todas. Incluso su perfecta solución es imposible: tan nudosa es la madera de que está hecho el hombre que con ella no se podrá tallar nada recto. La Naturaleza nos impone sólo aproximarnos a esa idea. 

(DeIdeas para una historia universal en sentido cosmopolita”).

Pues eso: perfecciones, pocas. La cosa es avanzar. ¿No?

[¿Sería el poema de Kapuscinsky que colgué el otro día premonitorio? 😉 ]

5 thoughts to ““The dream” se hizo real”

  1. Soren Kierkegaard contaba que un pastor sueco, viendo el efecto que había provocado su sermón entre sus feligreses, que estaban deshechos en lágrimas, les dijo: “No lloréis, hijos míos, que todo podría ser mentira”.

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