Los hombres que no amaban a las mujeres

Me habían hablado tanto y tan bien de la trilogía de misterio de Stieg Larsson que no supe  si sorprenderme o no cuando al cabo de un par de capítulos del primer libro decidí admitir que no estaba ni demasiado interesada, ni en absoluto enganchada, ni prácticamente dispuesta a continuar. Pero anoche me dije: a ver, un capítulo más; y a día de hoy, habiéndome dormido más tarde de las dos en plena intriga, me he levantado a las ocho sólo para poder ver un rato, antes de salir a la cruda realidad, cómo continúa este “Los hombres que no amaban a las mujeres” (que parece ser que ya está traducido al español, aunque yo como siga así de atrapada me pienso llevar los dos tochos siguientes de aquí, ¡no me voy a poner a esperar!)

Os dejo, para abrir boca, con un trocito, que ni tiene misterio ni es en absoluto representativo del libro, pero que me gustó: Read More

Cuando yo tenía tu edad, era mayor

Como siempre, mi ausencia tiene causas. Esta vez, estaba trabajando -¡que si, que sí!- He pasado dos semanas contando niños en los dos lados de los pasos de cebra. O contando niños en las orillas de los bares. O en los bares de la playa. Arrastrando niños a casa o a clase. Acompañando otitis, tendinitis. Conociendo los rincones en que uno puede esconderse en Barcelona cuando tiene quince años y una novia de ocasión. Repitiendo a mi pesar siete mil veces que “de verdad, cuando yo tenía su edad, no era así”. Read More

Más Ronit y un gramófono

Yo funciono por obsesiones y aún quedaba esta en cartel:

(…) Algo semejante ocurrió con los gramófonos de cilindros que llevaron las alegres matronas de Francia en sustitución de los anticuados organillos, y que tan hondamente afectaron por un tiempo los intereses de la banda de músicos. Al principio, la curiosidad multiplicó la clientela de la calle prohibida, y hasta se supo de señoras respetables que se disfrazaron de villanos para observar de cerca la novedad del gramófono, pero tanto y de tan cerca lo observaron, que muy pronto llegaron a la conclusión de que no era un molino de sortilegio, como todos pensaban y como las matronas decían, sino un truco mecánico que no podía compararse con algo tan conmovedor tan humano y tan lleno de verdad cotidiana como una banda de músicos (…)

(“Cien años de soledad”, Gabriel García Márquez)

(También pensé en esto -además de por supuesto en aquello, y en acullotro, y en todo lo demás también-).   Read More

Baila con Bashir

Coge un puñado de personajes reales, entrevístalos, fílmalos, no pierdas detalle, y luego conviértelos en dibujos para que se vuelvan de mentira.

Coge una historia de verdad, la más atroz, y mézclala con sueños, con alucinaciones; píntala sólo en amarillo y negro, azul y gris, para que quepa duda.

Coge las reflexiones más profundas y hazlas dibujo animado: tal vez es propio del hombre caer más en la cuenta a través de los cuentos.

Recuerda que en el camino de la guerra tu personaje sólo puede estar pensando en el más terrible drama: un desamor adolescente. Titula a tu película con un momento tan imposible que sólo puede ser cierto.

Tendrás “Waltz with Bashir”, documental de animación, reportage en poema, psicoanálisis recortado a ojo de pez; y un enorme nudo en la garganta, y nada que decir, después: Read More

Deber cumplido

Ya ves, yo no sabía que un papel en blanco también corta, que esconde

como filos secretos de navaja.  Y ahora, mira,

la carta que nunca me has escrito llega

en el sueño hoy hasta mis manos

y rompe para siempre este silencio, esparce

el vacío por los cuartos: corta de un golpe

las venas de esta noche inmensa, absurda

donde te espero.

(Berta Piñán)

 

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