A los niños perdidos

 Los que, por suerte o por desgracia, salen del sueño prescrito, nacen a este mundo como niños perdidos. ¿Dónde están las palabras, dónde está la casa, dónde están mis ancestros, dónde están mis amores y dónde están mis amigos? No hay, hijo mío. Todo está por construir. Debes construir la lengua que habitarás, debes construir la casa en la que no vivirás solo, y encontrar los ancestros que te hagan más libre. Y debes construir la nueva educación sentimental por la que, de nuevo, amarás.

Si veis los vídeos, seguiréis leyendo. Y nadie os contará las reglas de esa construcción, pero sabréis al menos, de nuevo, que no estáis solos con vuestros ladrillos.
Ya me diréis.

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Puertollano, próxima estación…

Por maravillas de la técnica, puedo ir en el tren jugueteando con internet. Y el soniquete de la voz de lata (…Córdoba, próxima estación, Puertollano, próxima estación…) me hizo inevitablemente pensar en este poema. Aunque no quiera cantar un poema triste, porque, en efecto, baxemos al sur y buscábemos la lluz, y fo la lluz quien mos topó; pero, en mi caso, la luz que me encontró vuelve conmigo. Puerta de Atocha, próxima estación…

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¿Lo repito?

El otro día fue uno de esos en que regreso del trabajo sin saber muy bien si instar directamente al suicidio colectivo desde el teletipo, o esperar a llegar a casa y hacerlo a través del blog:  “piden 17 años para el acusado de estrangular a su pareja por celos“.

Lo que me lleva haciendo pensar casi obsesivamente en ese juicio desde entonces fue algo que dijo el abogado defensor -que, dicho sea de paso, tomó como estrategia el demostrar que la muerta había sido efectivamente “infiel”-. El tal señor invocó, en su petición de pena, un atenuante “por celos”, que podría justificar el que la pena se rebajara al grado menor, de asesinato a homicidio. Read More