Qué gusto da encontrar escrito lo que uno estaba pensando

Porque, sin duda, la pelea interna a la que mueve el estado de cosas que cuenta es la ocupación que más tiempo se come de mi jornada laboral (y, tal vez debería apuntar, la que tan a menudo me lleva a decir “yo no quiero ser periodista” pero otras tantas veces también “que sí, que sí, es sólo que así no”); y estoy encantada de encontrar, más ordenaditos de lo que yo los tenía, algunos de mis propios argumentos contra la objetividad.

Sí, sí, contra la objetividad. Allá vamos (aunque hacia el final, cuando deja de hablar de eso y empieza a hablar de la requetedichosa muerte de la prensa pierde todo o casi todo el interés):   Read More

Eros y diablos

Los catálogos de premios, encuentros y demás animales de su familia son una cosa curiosa.

La gente los hace, y luego nadie los mira.

Por eso, cuando el otro día vi que el último que me incumbe no sólo estaba bien hecho, sino que además estaba online para uso y disfrute de quien lo encontrara, me apeteció -aunque parezca un extraño momento de autopromoción que no me gusta demasiado- compartíroslo por aquí. Read More

Azaghar y la palabra (backstage de una noticia desapercibida)

-I-

En Azaghar estaban contentos de recibirnos porque tenían fe en la palabra.

Desembarcamos allí un sábado por la mañana, periodistas extranjeros, con nuestras cámaras y nuestras preguntas. Eso nunca es de fiar.

Pero ellos no es que confiaran en nosotros: es que confiaban en la palabra.

Nos contaban su historia con los ojos encendidos. Todo el mundo se reunió en la escuela y expuso su versión. Cada parte. Luego, las mujeres nos cogían de la mano para meternos en las casas y contarnos también.

Ellos tenían un problema. Nosotros, pinta de poder ayudar.

Sólo contándolo.

A la escucha
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Eco y elixir

Perdonen que no escriba demasiado. Pasan muchas cosas por aquí, pero estar en ellas es cansado, y cuando llego a casa no tengo demasiadas ganas de teclear.

Pronto, pronto.

Por ahora, lo que sí hago es leer. Mi concienzuda investigación en busca de poetas marroquís que me saquen el alma de sus casillas no da demasiados frutos por ahora (mi teoría es que no lo hará mientras tenga que reducirme a los que escriben en -o son traducidos al- francés). Sí encontré una revista, “Electron libre“, que se dedica a una curiosa selección, entomológica casi, de autores de acá y allá. Me llevé los tres números que había.

A mitad del primero, ya van varios coup de foudre.

Por ahora, aquí os dejo uno, el que más he releído. (Y aquí la versión original en inglés [que, como me temía, acabó por gustarme menos que la traducción al francés en que lo había descubierto en la revista. Qué le vamos a hacer.]) Read More

Las preguntas de la ciudad nueva

Una camina por la ciudad nueva haciéndose preguntas.

¿Cuáles de estos bares serán mis bares? ¿Dónde estará la librería que albergue al poeta que me cautive? ¿Cómo se quita este susto que tengo en la garganta? ¿Por qué no llegan a España los mensajes que mando? ¿Hacia dónde quedará el río? ¿A esta hora todavía darán de comer en este restaurante? ¿Llegaré a hablar árabe algún día? ¿A quiénes de estas personas llegaré a conocer? ¿Quién habrá pisado estos jardines a lo largo de la Historia? ¿Qué me deparará este año? ¿Dónde puedo conseguir unos alicates para abrir la bombona de butano?

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“Parece que las cosas no van a llegar nunca, pero llegan”

Y así siempre. Uno cree que no van a llegar pero ahí están. Se descubre que es así cuando lo que iba a pasar entre medias, de pronto pasó -con todas su magníficas sorpresas-.

La cuenta atrás se acelera. Tras una semana sin tiempo, en tres días agarraré las maletas. Todo pasa y todo queda.

Veo en el facebook -ese doble filo terrible de nuestra generación- que mis compañeros de la aventura 2010 van llegando a sus nuevas ciudades. Leo que conocen parques y músicas, que se despiertan nerviosos, que buscan casa. Y algunos se abren blogs.
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Flashback

Empecé este año en París y lo acabo casi haciendo maletas. Y suma y sigue.

Entre medias, varios de esos que la gente llama puntos decisivos, pero no se me nota mucho. Acabé la carrera, cumplí doce meses de mi primer trabajo. Por lo demás, todo gira tanto como siempre.

El año Efe, con sus juicios y sus cosas. Pensé que me quería ir a China y acabé siendo la que más cerca se queda del equipo. Las cosas cambian y uno ni lo ve llegar.

El año también de la poesía, con sus festivales y sus gentes. Qué juego tan raro.

Un año de mucho amor y amar mejor. Y esta vez no huyó nadie…

El de pisar Buenos Aires y cantar que veinte años no es nada, y tomárselo a risa. Reencuentros porteños pensados tanto tiempo.

Y Sevilla, Granada, Córdoba, Valladolid. Y la ciudad en llamas que casi acaba con nosotros.

Y Cuba, Argentina entera, la India y Burundi: porque yo también estoy donde están mis amigos.

Vi un concierto de Leonard Cohen y me decubrí enamorada de Proust (¡qué pedante!). Descubrí tantos libros que no me caben en las cajas.

No renuncié a mucho más que algunas viejas cómodas costumbres. No las echo de menos demasiado.

Cada vez quedan menos amigos en la ciudad, pero mantienen el mérito de soportar las cotidianeidades. Luego están los del norte que cada vez me ven menos y me entienden más; los del sur que se han hecho rápidamente imprescindibles; los de París con sus cartas y sus visitas; los de más lejos, siempre en la esperanza. Y mis amados nómadas, que me llaman en los regresos.

La tribu sigue en calma. Mi casa, donde la dejé.

Escribí, fotografié y paseé. No se puede pedir mucho más.

Nadie de cerca se ha muerto.

La casa se llenó de vivencias.

Eché de menos.

Lloré tanto como siempre, pero estuve más tranquila. Empecé a aprender el largo camino de la calma.

Tuve dinero. Me lo gasté.

Parece que aprendí a decir que no a algunas cosas que duelen. No prometo que me dure.

No recuerdo si cumplí o no mis propósitos. No recuerdo si cumplí o no mis deseos.

Tuve más sorpresas que planes, más aprendizajes que certezas.

Y lo que más me alegra: I did it my way. Y, por una vez, eso sólo trajo bendiciones.

Feliz 2009, muy feliz.

A ver qué tal nos sale el próximo.
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Pildorita cierta

Alguien estaba diciendo que si aquel poema se publicaba en el diario alemán serviría para que se burlaran todavía más de “nosotros” cuando el joven kurdo que tenía un tío en Alemania protestó:

– Cuando ellos escriben poesía y componen canciones, hablan en nombre de toda la humanidad. Ellos son seres humanos y nosotros sólo somos musulmanes. Si la escribimos nosotros es poesía étnica. 

(Orhan Pamuk, “Nieve”)

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Una voz de Tebraa

Hace unos meses, deambulando entre el programa de un festival de cine del que no sabíamos mucho, Alba y yo tropezamos con un documental que nos cautivó. Salimos de la sesión conmovidas por dos cosas.

Una, el habernos quedado pensando sobre cómo precisamente el que la película no estuviera muy bien hecha era fascinante: porque venía a decir que ahí detrás había gente que había dicho “esto hay que contarlo, como sea”.

Otra, y sobre todo esa, la historia de una mujer de la que por entonces no sabíamos nada, que nos había impresionado hasta las lágrimas por su entereza, su valor y su fuerza.

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