¡Está pasando, carajo!

APUNTES PARA UNA ESTRATEGIA

Ellos,
quienesquiera que seamos,
siempre serán más.

Nosotros,
quienesquiera que sean,
siempre seremos menos.

Una vez dicho esto
pasemos a la acción.

(José María Gómez Valero)

 

Está pasando, carajo. Está pasando.

Lo que nos decían que no podría pasar nunca (sois cuatro gatos, decís imposibles, así no se llega a ningún lado) está pasando. Ahora. Innegablemente.

Cosas que nos decían que no iban a pasar… Que la gente se moviera sin una catástrofe inminente. Que leer un libro desatara las conciencias. Que las redes sociales se materializaran en la calle. Que los jóvenes pensaran. Que pensaran bien. Que se juntaran los disjuntos. Que cundiera la alegría rebelde, la libertad festiva. Que ni nacionalistas ni comunistas ni anarquistas ni socialistas: que un movimiento sin cabeza, sin ilustres apellidos, sin rostros televisivos, autónomo  y no autómata, independiente pero muy pendiente.

Cosas que nos decían que no iban a pasar: de pronto, las palabras que llevamos años pronunciando y que provocaban el escepticismo y hasta el cachondeo llenan las conversaciones. “Crítica”. “Cambio”. “Antisistema”. “La rebelión de decir“.

No somos ingenuas.  Hay muchos que no están. La maquinaria es pesada y la inercia poderosa. La fuerza la siguen teniendo ellos. Pasará el tiempo y cabrá la decepción. No es sino un paso diminuto en un infinito camino.

Pero sí creemos que este movimiento tiene su éxito en su existencia. Que ocurra es lo que necesitábamos. Que ocurra es lo que deseábamos. Que ocurra es lo que nos llena de perpleja emoción.

Confiábamos, trabajábamos, mitineábamos, escribíamos, charlábamos: y ahora vemos. Y ahora sonreímos. Y ahora soñamos.

Nos parece, al gato y a mí, que hay en esta primavera española un cambio de paradigma. Demuestra que no es necesariamente cierto aquello de que sólo tomarán las calles quienes estén muy jodidos, muy desesperados, que hace falta una hambruna o una guerra o un Fukushima para desatar las tramas de la revolución. El movimiento del 15M (¿cuál será su nombre? qué hermoso que no sea ninguno, que sean tantos…) nace por contagio y por un impulso de las tripas. Ellos se indignan, nosotros nos indignamos. Es el movimiento del “no”. “No, no, no. Esto no. No así”. De los que no, de los que fuera de todo, de los que nada de nada. Del “os habéis pasado, ahora sí que no”. Del “no nos lo tragamos”. Del “no nos moverán”. Y es también el movimiento del “sí”. “Sí, sí, sí, juntos sí”. “Sí, sí, sí, así”. “Sí: si ellos lo hicieron, lo vamos a hacer”. “Sí”.

De esa dialéctica de las tripas, poco a poco, lo demás. De la intuición a la información. De la innegable toma conciencia a la incontestable toma de posición. Del no al sí. Del sí al qué.

Pero las tripas, la corazonada, son lo que más nos importa aquí. La masa repentinamente afectada, conmovida.

En estos acontecimientos se pone de relieve el abismo entre concepciones del mundo. Viendo cómo se produjo anoche el desalojo de la concentración de Granada, lo sentimos en toda su evidencia. Los policías dicen: “señores, dispérsense, hay una norma que les prohíbe estar aquí”. Como si en las categorías de su mente no cupiera ni pudiera caber que lo más radical de lo que los manifestantes intentan decir es: “Impugnamos la norma. Les impugnamos a ustedes. Impugnamos un orden en el que ustedes ejecuten la norma”.

Y entonces veíamos cómo, uno tras otro, lentamente, en un ruidoso goteo, los manifestantes eran arrastrados por una pareja de geos, fuera de allí. Como pesos muertos, pacíficos pero resitentes. U-no-por-u-no… Len-ta-men-te…

Eso. Eso importa. La inmediata comprensión que dan, como símbolo, como síntoma, esas visiones.

De este movimiento que anda moviéndose nos gustan muchas cosas. Nos gusta que es asambleario como modo de hacer, pacífico como modo de reivindicarse. Que no hay jerarquías, que no hay siglas: que es gente, gente, gente: aprendiendo a relacionarse de un modo que construya. Que no le gusta a los unos ni a los otros.  Nos gustan las propuestas (y que sean cada vez más). Nos gusta que una propuesta sea recuperar el verdadero sentido de las palabras. Nos gusta que redacte manifiestos.  Nos gusta que sea joven, sí: no de edad sino de espíritu. Nos gusta que incluya a los migrantes. Nos gusta cómo huele desde aquí el tiempo intenso y cualitativamente distinto de esos lugares que se nos aparecen como radiantes zonas temporalmente autónomas. Nos gusta que de puro obvio no haya ni que señalar que en él no se diferencian mujeres y varones. Nos gusta cómo se cuenta. Nos gusta la alegría, síntoma de la confianza. Nos gusta la frescura. Nos gusta el momento. Nos gusta la hermandad con esta orilla de acá, que prendió la mecha. Nos gusta esta alegría de todos los que lo siguen, este ir pegando brincos, dándose abrazos, furibundamente “me-gustando” en los más ingeniosos enlaces de facebook de los demás. Desatados, emocionados, sumergidos. Nos gusta que las propuestas que tienen que ver con lo material y lo señalable estén ahí, pero lo que más pese sea la palabra libre, la ocupación de espacios, el hecho de moverse.

Esa sensación de que la gente que ha salido a las calles se ha olvidado de la precariedad y de las elecciones y está a tope en el descubrimiento de lo colectivo, del grito, de la organización, de la protesta en sí, de la capacidad de tomar la voz… eso nos encanta.

El gato y yo nos identificamos, además, con el perfil de quien se mueve. Todos y cada uno de los puntos principales del retrato robot de los plazahabitantes nos apelan: nuestra vida es esa. Esa, esa. Tenemos un trabajo temporal que dista hasta del mileurismo. Si necesitamos algo más que el alquiler y los garbanzos, tenemos que pedir socorro a nuestros padres. Unos padres que se jubilarán tarde y mal (y que se están interesando, dato crucial, como nadie, como todos, por lo que ocurre). Estudiamos carreras caras para tener títulos mojados. Compaginamos dos mil esfuerzos para tener una voz. No cotizamos. No tendremos subsidio de paro. Seguimos en la cartilla sanitaria familiar. El partido que nos gusta no tendría un escaño nunca. No vamos a tener casa en la puta vida: ni la queremos. Porque, más allá de todo eso, que es y pesa, lo que nos mueve es lo otro. Que no nos gustan las lógicas en que se sustenta todo. Que no nos gusta un mundo con norte y sur. Que no nos gusta un mundo con derecha y pseudoizuqierda. Que tenemos un amigo marroquí, un amigo boliviano, un amigo que llegó de Bangladesh. Que vemos las redadas de Avenida de América y Lavapiés y nos duelen en carne propia. Que no nos sentimos representados por nada de lo que se dice. Que no queremos bienestar sino estar bien. Que no somos idiotas y no queremos que nos lo sigan llamando. Que vemos a los políticos antiguos e incomprensibles. Que no nos gustan la sanidad comprada, el imperio de la escuela de pago, el abono transporte que sube. Que nos sablean los bancos: nos sablean la cartera y nos sablean el amor propio. Que no nos gusta que mande el mercado, que reine el capital. Que nos indignan los medios de comunicación de masas. Que dudamos de la UE. Que no estuvimos en Génova pero nos acordamos. Que cuando nacimos ya habían traducido el mundo a un lenguaje equivocado.

¿¿Cómo no vamos a salir a tomar las plazas??

Mañana, si nada falla, nos uniremos a la propuesta de que los que no estamos cerca no estemos tan lejos: manifestaciones a la una de la tarde ante todas las embajadas españolas. Nos parece una buena idea para juntarnos en cada sitio los afines, así seamos cuatro (y el gato), para pensar juntos, para tejer mínimos nudos de esta red inmensa.

Se nos ocurría por otro lado, pensando en ello desde un país como este, a su vez en llamas,  viendo que se encienden también Francia y Portugal y que el contagio no cesa, si llegará el movimiento a no tener frontera. Si todos estamos diciendo lo mismo, ¿será este el esperado momento del grito global? Qué no sería bonito marchar mañana juntos aquí con los marroquíes descontentos, con los franceses descontentos, con los descontentos italianos, en un “así no, señores del poder” bien avenido… Sólo pensarlo nos da el vértigo que sienten las lunas.

Entretanto, mientras llega ese rato, nos acogemos al “contarlo es estar”. Ardemos en facebook, ardemos en tumblr. Y escribimos esto, porque queremos salir a la calle ya, porque nos vivimos de ganas, la verdad, de estar en Sol y estar en la Escandalera y en la Plaza Mayor de Gijón y estar en la Encarnación y en el Palillero y en la plaza del Carmen. Escribimos esto porque nos parece importante que uno haga, en este enredo, lo que sepa hacer.

Y escribimos, sobre todo, porque estamos hambrientos, entre tanta información, de reflexión. Nos emociona cada vez que encontramos que alguien a quien admiramos, en cuyo criterio confiamos, ha puesto su grano de letra (véase abajo, al final). Escribimos porque nos da que lo importante aquí es pensar, pensar, pensar.  Juntarnos cuatro o cuatro mil, como decíamos, y hablarlo todo. Echar leña al fuego, nieve a la bola de nieve.

Decían al principio: “Queremos una democracia real”. Pues bien: debía ser esto. Si una de las propuestas era recobrar las palabras, el nombre justo de las cosas, el gato y yo debemos decir que nos hemos reconciliado con la palabra “democracia”. Desde ahora, nos significa esto. Se ha hecho sinónima del nuevo apelativo del movimiento: “Toma la plaza”.

Y esta plaza la vamos a tomar.

Porque nosotros, quienesquiera que sean, empezamos a ser mucha, mucha gente.

 

Para quien quiera más fuego y más nieve, aquí algunos de los textos más chulos que hemos ido encontrando, buceando. Contradictorios y debatidores, como la cosa misma…

Aparte de, por supuesto, la maravillosa cobertura de Periodismo Humano, y los blogs centralizadores de información http://tomalaplaza.net, http://democraciarealya.es, http://acampadas15m.blogspot.com

 

 

4 thoughts to “¡Está pasando, carajo!”

  1. “Estudiamos carreras caras para tener títulos mojados. Compaginamos dos mil esfuerzos para tener una voz. No cotizamos. No tendremos subsidio de paro. Seguimos en la cartilla sanitaria familiar. El partido que nos gusta no tendría un escaño nunca. No vamos a tener casa en la puta vida: ni la queremos”.

    Grande. Muy grande.

  2. Chapeau Casielles preciosa!!
    como siempre un placer leerte de principio a fin!
    Te dejo esta web q descubri ayer “Madrilonia” con “Instrucciones para la revoluciòn” q me sacarò una sonrisa
    :-) Tu me sacas muchas, gorriocilla!
    un besazo enorme…a ti y al gato, bien sûr!

    http://madrilonia.org/?p=2518

  3. Saludos!!!! aqui un nuevo follower!pasate por mi web que yo cudnao este9 en casa te enlazoy ya sabes. yo me voy primero con TTWA, y pal siguiente tu .ademas .si t han dado un viaje en otro sitio y lo has rechazao!!!! hahahah

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