El poema que en realidad era una lista

El otro día estuvimos jugando en facebook a algo divertido. Pronto, cuando las tareas apremien menos, dejaré por aquí los resultados.

Por ahora, no resisto la tentación de compartiros uno de los descubirmientos que más le agradezco al experimento. Un amigo me dio la pista de este poema, el poema que era en realidad una lista.Lo habré escuchado no menos de diez veces desde entonces.

Luego, googlea que te googlea, encontré otras cuantas cosas suyas, descubrí que la chavala es todo un figurón del recitado londinense, una especie de superstar del slam medio-oriental-medio-modernito cuyos libros no hay quien encuentre para saciar la sed porque se ve que prefiere no dejar huellas más que en las memorias.

Está bien, lo que encontré. Pero para nada tanto como este poema que no paro de escuchar, en bucle, como una oración que permitiera entender algo.

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Lo que piensan las árabes, lo que piensan las marroquíes y lo que ya no sabe una qué pensar

Hace unos días que una extraña polémica sacude (a su extraño modo también) este país.

La cosa vino de la mano de un reportaje en la revista Tel Quel, generalmente considerada como el único signo digno de algo así como un periodismo independiente en Marruecos.

Tema de portada, el reportaje se presentaba así: “LAS MARROQUÍES VISTAS POR LOS ÁRABES. ¿En dos palabras? Brujas o prostitutas”.  En la foto, tres chicas vestidas a la occidental (bueno, a la occidental y como para ir de boda) charlan con dos señores con pinta de jeques que se pasean en carrito de golf por lo que parece un recinto ferial o un hipódromo. “He aquí el cliché grosero en el que en Oriente Medio encierran a nuestras mujeres. Investigación sobre un prejuicio nacional”. Read More

Ésa que

Hace ya algunos meses que recibo cada día un poema (o unos cuantos) de parte de Poezibao.

Algunos días me gustan tanto que inundo las bandejas de entrada del correo de mis amigos dándole a FW.

Y otros, como hoy, me gustan tanto, tanto, tanto,  que dejo todo lo que estoy haciendo (y anda, que será por cosas que hacer) para ensayar una traducción veloz y pedirle a este gato que os la vaya a cantar.

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“El luchador de clase a la manera taoísta”

Lo sé,  lo sé, he tenido esto un poco abandonado. Mucho trabajo, muchas cosas, pocas ganas. Pero cuando Vi me lo recordó esta mañana, me dije que ya era hora de retomar.

Para coger carrerilla, algo de poesía recién descubierta e inevitablemente traducida para compartir. Y ya enseguida nos ponemos el gato y yo a trabajar, que hay cosas que contar.

Aquí nos decimos a menudo que este es un país un poco apático, poco dado a quejarse o levantarse, más bien tendente a seguir la corriente del poder haciendo en realidad lo que les da la gana pero sin patalear, sin que se vea.

Pero a veces te sorprendes. Como cuando te enteras de que hay un señor que, por ejemplo, en el 76 (que aquí estaba así) escribía un libro que, ya para empezar, se titulaba “El luchador de clase a la manera taoísta”. Vamos, porque no pudo reunir más subversión en ocho palabras.

Se llamaba Abdelkebir Khatibi y lo que os dejo aquí son algunos extractos de ese fantástico, largo, muy sorprendente, valiente todo el rato y todo el rato intenso poema. Si alguien quiere más, cosa que no me extrañaría, sólo tiene que pedir. Yo lo releo y lo releo y miro a mi alrededor intentando encajar los pensamientos que cuenta en el día a día de este país.

Y me quedo perpleja.

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Un regalo por tu…

Sara, oportuna siempre en sus palabras, me recuerda que hoy es el día de la poesía. No soy yo dada a onomásticas, días de las mujeres, días de los padresmadres, de los trabajos, de los amores, pero me digo que today is the day: llevaba tiempo esperando la ocasión para compartiros las palabras de un tipo, Abdellatif Laâbi, que he descubierto (en una exploración que vale todas las anteriores pesquisas infructuosas en librerías) y no he parado desde entonces de leer. La consecuencia directa, claro, fue empezar a traducirlo para que no se lo perdieran, una vez más, algunos amigos que sin saberlo lo llevaban leyendo en el aire siempre (porque, ¿increíblemente?, los de este autor son otros libros que aún no han sabido llegar a nuestros estantes).

Decido subirlo aquí hoy porque este es un país en que, aunque hoy se celebre la palabra entre fastos en Marrakech, la gente sigue pudiendo ir a la cárcel por sus versos.

A este poeta le pasó. Escribió y estuvo diez años entre rejas. Lo escribió también, y desde que salió vive en el exilio.

[Inciso precavido: es cierto, digámoslo para evitar la mitificación: ahora, vuelve de visita, y sale en los periódicos de acá, venerado, homenajeado como héroe en esta supuesta transición. Una se pregunta si es, de su parte, rendición, ironía o simplemente esperanza. Pero, negándome a creer que uno se rinda cuando ya no hay nada que perder, yo voto por la esperanza: porque el poder nunca ha sabido leer del todo entre las líneas de la poesía. Y la esperanza, en la ironía: ahora van a publicar su obra completa, y traducirla al árabe para que todo el mundo aquí pueda leerla -como si no se dieran cuenta de que nada ha cambiado-. La justicia poética tiene caminos extraños.]

Este post es largo, rompe todas las reglas de la red. No podréis leerlo apresurados. Lo leeréis con calma o no lo leeréis. Yo sólo quería haceros un regalo en su, tu, nuestro día, como el que pone en las manos un libro dedicado.

Pero antes de leerlo por alto, recordad que por cada una de estas palabras, este señor se jugaba la libertad.

Y feliz día de la poesía. Que no decaiga.

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No me puedo creer que hayan vuelto el rosa-rosae, Quintus, y toda la familia

Resulta que por malos vaivenes de las convalidaciones (para la UNED el alemán no es una lengua filosófica, gran titular como Alba dijo), aquí me hallo que me hallo desplegando los desplegables de conjugaciones y declinaciones latinas, con sus repeticiones y sus desesperaciones, un poco amarillitos por las junturas del celo,  con mi letra más redonda de hace unos años y su contemporánea pasión por los bolis de colores.

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Eco y elixir

Perdonen que no escriba demasiado. Pasan muchas cosas por aquí, pero estar en ellas es cansado, y cuando llego a casa no tengo demasiadas ganas de teclear.

Pronto, pronto.

Por ahora, lo que sí hago es leer. Mi concienzuda investigación en busca de poetas marroquís que me saquen el alma de sus casillas no da demasiados frutos por ahora (mi teoría es que no lo hará mientras tenga que reducirme a los que escriben en -o son traducidos al- francés). Sí encontré una revista, “Electron libre“, que se dedica a una curiosa selección, entomológica casi, de autores de acá y allá. Me llevé los tres números que había.

A mitad del primero, ya van varios coup de foudre.

Por ahora, aquí os dejo uno, el que más he releído. (Y aquí la versión original en inglés [que, como me temía, acabó por gustarme menos que la traducción al francés en que lo había descubierto en la revista. Qué le vamos a hacer.]) Read More

Es estupendo cobrar y darse el capricho de libros que uno llevaba siglos queriendo comprar (y II)

PREGUNTAS SOBRE ÁNGELES

De todas las preguntas que podrías querer hacer
sobre los ángeles, la única que oyes
es cuántos pueden bailar en la cabeza de un alfiler.

Nada de curiosidad sobre cómo pasan la eternidad
además de dando vueltas en torno al Trono cantando en latín
o enviando un mendrugo de pan a un ermitaño en la Tierra
o ayudando a un niño y a una niña a cruzar un desvencijado puente de madera.¿Atraviesan volando el cuerpo de Dios y salen cantando?
¿Se columpian como niños de los goznes
del mundo espiritual diciendo sus nombres hacia delante y hacia atrás?
¿Se sientan solos en pequeños jardines y cambian de color?

¿Y qué hay de sus hábitos de sueño, la factura de sus vestidos,
su dieta de luz divina sin filtrar?
¿Qué pasa dentro de sus radiantes cabezas? ¿Hay un muro
por encima del cual estas altas presencias pueden mirar y ver el infierno?

¿Si un ángel cayera de una nube, dejaría un agujero
en un río, y flotaría el agujero en el río infinitamente,
lleno con las letras silenciosas de cada palabra angélica?

¿Si un ángel repartiera el correo, llegaría
con un aleteo cegador o simplemente adoptaría
la apariencia del cartero de siempre y
subiría la vereda silbando y leyendo las postales?

No, los teólogos medievales controlan el tribunal.
La única pregunta que oyes es sobre
la pequeña pista de baile en la cabeza de un alfiler
en la que se supone que los halos convergen y flotan invisibles.

Está diseñada para hacernos pensar en millones,
billones, para hacernos acabar con los números y rendirnos
a la infinitud, pero tal vez la respuesta es simplemente una:
un ángel hembra bailando sola sobre sus pies con medias,
un pequeño grupo de jazz tocando en el fondo.

Se balancea como una rama en el viento, sus bellos
ojos cerrados, y el alto y delgado bajista se inclina
para echar un vistazo al reloj porque ha estado bailando
por siempre, y ahora es muy tarde, incluso para unos músicos.

(Billy Collins, en “Preguntas sobre ángeles”, en “Navegando a solas por la habitación”)

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