Lo mejor de que pase el tiempo -y hablamos de ese tiempo del que se habla cuando se dice “el tiempo lo cura todo” o “sólo te hace falta tiempo”- es que, de pronto, en un salto dimensional entre febrero y junio –¿quién me ha robado el mes de abril?-, una puede otra vez escuchar todas las canciones, abrir todos los archivos.
Seguro que me entendéis.
Y entonces, en el arrebato de osadíade un descanso de estudio, descubre que no sólo puede volver a escuchar compusivamente a Joseph Arthur sin que se acabe el mundo, sino que es hasta posible abrir la carpeta prohibida, potencial caja de Pandora. Y ya puestos, dice: “media hora de pausa para comer, voy a empezar con una serie. Sí, con una de las que me grabó diciendo que eran sus favoritas. Venga, con un par, voy a ver el final del capítulo que dejamos a medias para decirnos que ya no más”. Read More