Lo sé, lo sé, he tenido esto un poco abandonado. Mucho trabajo, muchas cosas, pocas ganas. Pero cuando Vi me lo recordó esta mañana, me dije que ya era hora de retomar.
Para coger carrerilla, algo de poesía recién descubierta e inevitablemente traducida para compartir. Y ya enseguida nos ponemos el gato y yo a trabajar, que hay cosas que contar.
Aquí nos decimos a menudo que este es un país un poco apático, poco dado a quejarse o levantarse, más bien tendente a seguir la corriente del poder haciendo en realidad lo que les da la gana pero sin patalear, sin que se vea.
Pero a veces te sorprendes. Como cuando te enteras de que hay un señor que, por ejemplo, en el 76 (que aquí estaba así) escribía un libro que, ya para empezar, se titulaba “El luchador de clase a la manera taoísta”. Vamos, porque no pudo reunir más subversión en ocho palabras.
Se llamaba Abdelkebir Khatibi y lo que os dejo aquí son algunos extractos de ese fantástico, largo, muy sorprendente, valiente todo el rato y todo el rato intenso poema. Si alguien quiere más, cosa que no me extrañaría, sólo tiene que pedir. Yo lo releo y lo releo y miro a mi alrededor intentando encajar los pensamientos que cuenta en el día a día de este país.
Y me quedo perpleja.
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