Hace mucho, mucho, que no escribo en el blog de la manera que solía hacerlo antes. Por falta de tiempo y de fuerzas, este espacio fue mutando de diario en lugar en el que ir archivando las cosas que escribo para otras partes. Los días no tienen más horas que las que tienen. Hoy, sin embargo, vuelvo aquí como a una casa segura desde la que contaros una decisión y sus porqués.
Hace unos días se hicieron públicas las candidaturas para los órganos internos de Podemos, la organización política que está revolucionando el statu quo de este país nuestro. Yo estoy ahí, entre otra mucha gente. Soy una de las personas que opta a formar parte del Consejo Ciudadano. Este Consejo es un órgano que, según el modelo organizativo aprobado hace un par de semanas, hará por así decir de bisagra entre la totalidad de las personas participantes en el movimiento, y quienes ocupen los cargos de dirección propiamente dichos; un foro de debate y de trabajo, una pieza del engranaje que permitirá conectar el sentir general con las líneas directrices. Soy candidata, entonces. Pero lo soy, por otro lado, desde un lugar concreto: formo parte de la lista propuesta por el equipo ¡Claro que podemos!, que incluye candidatos para todos los puestos a cubrir: un secretario general, 62 miembros del Consejos Ciudadano, y otros 10 para la Comisión de Garantías.
Sé que esta decisión puede haber sorprendido a algunos de quienes me conocéis. Sé también que en el aire de estos días laten no pocas dudas y polémicas. Es por eso por lo que he querido volver a escribir aquí: situarme, explicarme. Por si en algo pudiera ser de utilidad.