(Columna publicada en el periódico El Comercio el 27/8/12).
Tomemos cualquier cosa. Por ejemplo, un tren.
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(Artículo publicado en el número 21 [julio 2012] de la revista ATLÁNTICA XXII).
Hace unos días murió Elinor Ostrom. ¿Sabéis quién era Elinor Ostrom? Era alguien que, probablemente, pasó buena parte de su vida sintiendo que casi todo el mundo a su alrededor se equivocaba.
(Columna publicada en el periódico El Comercio el 24/7/12).
Como la literatura, el viaje no es esencialmente una evasión, aunque pueda parecerlo.
Cada año, por estas fechas, centenares de personas preparan centenares de maletas. Elegir el equipaje no es una tarea cualquiera. «Mete muchos libros», se dicen algunos, «y no metas el móvil». Hay quien extiende sobre la cama los vestidos provocadores que se pasan el año arrumbados en el fondo del armario, y quien rescata las bermudas y sandalias que permiten renunciar por unas semanas a la imagen cuidadosamente cultivada durante el invierno.
(Artículo publicado en el número 20 [mayo 2012] de la revista ATLÁNTICA XXII, cuando en Asturias los resultados de las elecciones y la inmovilidad de las situaciones nos estaban dando mucho que pensar. En el número 21, que salió hoy a los kioscos, otro artículo, el último de esta temporada de colaboraciones, por si os apetece buscarlo).
Es cierto: elegimos, con periodicidad marcada, a quienes nos gobiernan. Cuando se aproxima el día de las urnas, elegimos si votar o no votar. Elegimos a quién votar. Hacemos, en definitiva, un ejercicio de reflexión acerca de cómo queremos que sean gestionadas las instituciones que tomarán por nosotros una serie de decisiones de las que ese gesto nos dispensa.
(Artículo publicado en el número 19 [marzo 2012] de la revista ATLÁNTICA XII. En el 20, que ya está en los quioscos, va otro, que lleva por título “Las elecciones” y habla… de eso del elegir, naturalmente).
En un intento por explicar cómo funcionan los relatos, el escritor estadounidense Kurt Vonnegut llegó (en un artículo incluido en su libro «Un hombre sin patria») a lo que podría parecer una conclusión desasosegante: que no sabemos, no podemos saber, cuáles son las buenas noticias y cuáles las malas. «Si muero (Dios no lo quiera), me gustaría ir al cielo para preguntarle al que manda allá arriba: oye, ¿cuáles eran las buenas noticias y cuáles eran las malas noticias?». Read More
(Como anunciábamos, aquí una nueva entrega del par de posts que ideamos para nuestra clase de “Ideologías y expresiones culturales árabes”, bajo el encargo “Visiones neoorientalistas del mundo árabe”. Nos divertimos lo suyo, como veréis).
(No es que el gato no escriba ya. Es que tiene que estar escribiendo cosas en tantos frentes que no siempre le quedan tiempo ni fuerzas para pasarse además por aquí. Cosas para la Universidad, por ejemplo, eso escribe ahora. Algunas, se nos ocurría, encajan sin embargo estupendamente en este espacio. Por eso, nos han entrado ganas de traerlas. Así revivimos a la vez el blog y los escritos.
Este post, y el próximo que aparecerá, forman parte del trabajo que hemos realizado para una hermosa asignatura que se llama “Ideologías y expresiones culturales árabes”. Junto con mis compañeras de grupo -Reyes de Cruylles y Lorenza Petit, a las que agradezco su permiso para colgar esto por aquí- teníamos que trabajar sobre “Visiones neoorientalistas del mundo árabe”. Se trataba de escribir entradas para un blog que, sin embargo, no estaba abierto al público. Nosotros nos ocupamos de la prensa, como veréis, y nos parece que el resultado puede ser de interés más allá de la clase. Ya nos diréis).
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Que no escribamos por aquí no quiere decir que no estemos escribiendo. En las últimas semanas, el gato y yo hemos estado más que enfrascados en todo un batiburrillo de cosas.
Tenemos pendiente hace mucho volver a este blog con una crónica de lo que está pasando (¿de lo que no está pasando, deberíamos decir mejor?) en esta primavera marroquí, pero no es fácil. Siempre que el artículo está listo, una cena con alguien que sabe más que nosotros, un artículo oportuno que nos caiga en las manos, un comentario oído al paso en la calle o en el facebook, vuelven a ponernos en el punto de “carajo, no, está todo mal, realmente no habías entendido nada, esta clave hay que tenerla en cuenta también”.
Y mientras las claves se acumulan como si conserváramos la esperanza de poder abarcarlas todas y el artículo crece y se eterniza en su cajón, el gato parece, lo sé, haber enmudecido. Pero es que ya bastantes pamplinas se dicen como para añadir aun más paja a esta sobreinformación constante.
El problema es que, si de eso no logramos hablar, no somos capaces tampoco de obviarlo y ponernos a charlar de los viajes al mar, de las despedidas y los encuentros, de la vida, que, en suma, florece entre manifestaciones. Porque sabemos que es de ellas de las que queréis escuchar.
Por todo, intentando ponerle poco a poco fin a ese silencio, mientras preparamos las maletas para una semanilla en España que esperamos nos aclare (con eso de la distancia) las ideas lo suficiente como para tener la crónica lista al regresar, queríamos dejaros por aquí un par de cosas. Para irnos desperezando.
Siempre me han gustado dos cosas de personas ordenada: hacer listas y hacer balances. Acompañando a los balances, me gustaba también repasar en minuciosos detalles la última etapa de algo. Me recuerdo pensando: “este es mi último despertar con doce años”, “esta es la última merienda de 1999”, “este es el último domingo que salgo a comprar el pan y los periódicos antes de irme a vivir a Madrid”.
Afortunadamente, he abandonado esta costumbre psicopática.
Sin embargo, ¡hoy es mi último día como becaria de periodista en Efe Rabat! La regresión al viejo hábito se impone.
He estado pensando mucho, en los últimos días y semanas. He hecho balance de lo aprendido y de lo que valdría la pena olvidar. De las historias que se me fueron abriendo como puertas o balcones, de las experiencias laterales que de manera inesperada iban trazando -pienso ahora- algo así como un rumbo.
Habrá tiempo para recuperar el balance, digamos, periodístico de la cosa. Repasando, encontré un mandamiento y os lo quiero contar. Pero eso será otro día. Hoy, con la emotividad de los finales, quería hablaros de otra cosa. Read More
“Tú no has visto nada en Hiroshima”, decía incansable el hombre de Hiroshima, mon amour mientras nos perdíamos mirando planos perfectos de texturas de piel. “Tú no has visto nada en Hiroshima”. “Tú no has visto nada en Hiroshima”. “Tú no has visto nada en Hiroshima”.
Ella respondía: “Lo he visto todo”.
He pensado en eso esta semana.
Porque escuchaba, incansable, decir, todo el tiempo: “tú no estás viendo nada en El Aaiún”. Read More