Si entras estos días en nuestra sede, sentirás que el tiempo se masca. El tiempo, ese amigo-enemigo que a veces se nos estira para que una semana parezca una década y a veces se nos encoge como queriendo agotar las posibilidades. Todo es tiempo, estos días. Tiempo que no llega, tiempo que hay que encasillar en calendarios, tiempo en una cuenta atrás llena de hitos.
Si entras estos días en nuestra sede oirás teclas, teclas, teclas. Teléfonos, teléfonos, teléfonos. A veces el barullo de conversaciones que suben de volumen y a veces apenas un zumbido de susurros entre mesa y mesa. Oirás crujir de plástico de comida en bolsa, latas que se abren, mecheros que hacen chsss en las ventanas. Oirás nombres que se gritan de sala a sala, oirás teles, oirás “¿¿quién coño tiene mi cargador??” Read More