Dejar decirse a la poesía

[Reseña publicada en el número 41 de El Cuaderno, que vale mucho la pena pasarse a ver entero por aquí]. 

reseña de la poesía

De la poesía. T. S. Norio.
Libros de la Herida / Cambalache Libros, 2012.
496 páginas.

Las autoras místicas que, en pleno medievo europeo, cometieron la osadía de interpretar a Dios como lo hacían los teólogos varones, en su escribir no nombran lo divino: lo rodean. Así lo cuenta, siglos más tarde, la filósofa italiana Luisa Muraro cuando celebra que, en los textos de estas arriesgadas religiosas, esa astucia destinada a burlar a los censores lograra convertirse en el delicado desarrollo de la que pudiera ser quizá la única forma de rozar lo divino: no nombrarlo.

Si nada se puede definir o categorizar sin robarle un poco el alma, menos aún la poesía: territorio, como los dioses, del misterio; palabra que siempre apunta a otro lugar. De la poesía es un libro cuyo título nos pone a jugar con la expectativa. Si buscábamos respuestas, habrá que repensar la pregunta. Este extraño tratado tiene por centro un vacío al que no le cabe el nombre.

También dice la filósofa que lo que llevaba a las místicas a escribir era el amor. Y que desde el amor, libre de nombres, lo amado se dejaba decir.

De la poesía es, de igual manera, un dejar que la poesía se diga sola. Y si la poesía se deja decir por lo que, sin cercarla, la rodea, ocurre que en este libro se ponen a hablar realidades como la oración y la terapia, como el amor y la guerra, como los tributos que se pagan a los muertos. Como el dinero, el poder y el ponerle o no ponerle dueño a las palabras. Goliardos y otros monjes, juglares y otros oficios; manuales de estética y costumbres agrícolas; regueros de vino; célebres tatuajes. Diccionarios semánticos y listas de éxitos del pop; anécdotas incertas de autores que conocemos y pormenorizadas biografías de poetas que sin haber existido fueron eternos. Censores y mecenas, miedo y risa. Epitafios, efemérides, estrategias diversas para contar las sílabas: de todo ello hay, en este libro.

Se aúnan en él textos antropológicos y de crítica académica, relatos védicos y médicos, noticias, inscripciones, anécdotas, refranes… Y por supuesto poemas: decenas de poemas que –sin casillas de lugar, tiempo o estilo– se imantan de cuantas maneras quiera el azar que se vayan abriendo las páginas. Cada uno de los fragmentos –cuidadosamente referenciados para que el lector pueda tirar del hilo que más le tiente– es una ventana ante la que se abre una mirada posible sobre lo poético y sus lenguajes. Más caleidoscopio que catálogo, más rastro que mapa.

El artesano que cuidadosamente encaja las piezas de este mosaico es T.S. Norio (Asturias, 1959), esquivo nombre de pluma de quien es también autor de las colecciones de poemas Un mensaje a García, Academia Rilke y Tres poemas, de las novelas Vida del Gates y Variaciones Nuria, del libro de relatos El tesoro de los cuentos, y de otros artefactos del decir como el libro-baraja 10.000.000.000 performances. Pero, en De la poesía, el polígrafo se borra. Este autor que no quiere serlo se presenta como un compilador casual, como un afortunado recolector de gemas que se limitara a irlas colocando en el lugar que, mágicamente, les tiene previsto el cuadro. Así lo explica en el prólogo, un delicioso puñado de páginas en las que T.S.Norio se hace las preguntas que le llevaron a emprender esta tarea y cuenta también como las aguas del misterio le fueron empapando para dejarle claro que su labor no iba a ser encajonar los textos, sino, por el contrario, darles vuelo.

El trabajo de maquetación y diseño de Amelia Celaya refuerza un aire de enciclopedia, de viejo tratado, pero no hallaremos aquí orden alfabético ni volúmenes temáticos. El empeño es mostrar –rodeando y sin nombre– «lo que tiene de asombro y de entraña sagrada la palabra poética. Su invencible variedad, su desconcertante persistencia para brotarse y fructificar a lo largo de la vida y la muerte humanas de todas las épocas y todas las geografías». Así, lo único que queda de cartográfico en la obra es un cuidado índice en el que se listan los principales temas, personajes e inquietudes que recorren sus páginas, poniendo en juego conexiones y acercamientos como quien deja señales en un camino de montaña.

Los artífices materiales de este libro son dos editoriales de distinto rostro. Libros de la Herida, afincada en Sevilla, ha ido desgranando en los últimos años un personalísimo y cuidado catálogo de libros de poemas. Cambalache es la rama editorial del colectivo de igual nombre, que lleva una década realizando en Oviedo un importante trabajo social a pie de calle desde un espacio autogestionado que se ha convertido además en uno de los corazones de la ciudad en lo tocante a la reflexión sobre temas como migraciones, feminismo o ecología. En este libro, ambos proyectos se dan la mano para indagar en uno de los puntos que pueden tener en común sus propuestas: el empeño de albergar palabras que cuenten lo que de verdad pasa en nuestro mundo fuera de los discursos oficiales, lo que nos acerca en tanto que personas, la escritura que es hermana de la vida.

En una reciente entrevista, T. S. Norio explicaba que uno de los estímulos que le llevó a trabajar en De la poesía fue darse cuenta de que en esta se ha convertido en un género literario minoritario y exquisito. Si –como este libro nos recuerda que decía Bataille– «la ausencia de la poesía es el eclipse de la suerte», Norio no se ha resignado a dejar sin fortuna a este tiempo en que la poesía ronda por pocas manos. Desde la idea de que, por el contrario, a lo largo del tiempo y el espacio la palabra poética ha sido más bien tierra entre los dedos de todos, su libro la devuelve, como quien da un regalo, a sus usos de juego y de oráculo, de grito y de gente: a sus múltiples posibilidades.

De la poesía: la inspiración que fulmina a un alemán sentado en un parque, el rabino de Montevideo calibrando razones para decidir si una canción es o no es kosher, los cantos siberianos cuando se mata a un oso, las exigentes ceremonias de los brahmanes, el catastro de cantos de los pieles rojas, los modos en que Ezra Pound salvaba a sus contemporáneos, las horas que llevaría leer de viva voz la Ilíada. La mariposa que se posó en la cabeza del contable. El concurso de versos de la emperatriz de Japón. Los poemas que se pegan en las cárceles, los que se escriben en los muros de la ciudad. Los veteranos de guerra que aprenden disciplina a través de la belleza de los campos.

Leemos en De la poesía que Rainer María Rilke escribió: «Transmitir el misterio sin conocerlo, como una carta sellada».

Así este libro.

Lo que ronda a la poesía se posa por un segundo sobre la hoja.

Atravesado de amor, lo entrevisto renuncia al nombre, abre las ventanas del misterio.

Y pasa la voz.

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