Que no escribamos por aquí no quiere decir que no estemos escribiendo. En las últimas semanas, el gato y yo hemos estado más que enfrascados en todo un batiburrillo de cosas.
Tenemos pendiente hace mucho volver a este blog con una crónica de lo que está pasando (¿de lo que no está pasando, deberíamos decir mejor?) en esta primavera marroquí, pero no es fácil. Siempre que el artículo está listo, una cena con alguien que sabe más que nosotros, un artículo oportuno que nos caiga en las manos, un comentario oído al paso en la calle o en el facebook, vuelven a ponernos en el punto de “carajo, no, está todo mal, realmente no habías entendido nada, esta clave hay que tenerla en cuenta también”.
Y mientras las claves se acumulan como si conserváramos la esperanza de poder abarcarlas todas y el artículo crece y se eterniza en su cajón, el gato parece, lo sé, haber enmudecido. Pero es que ya bastantes pamplinas se dicen como para añadir aun más paja a esta sobreinformación constante.
El problema es que, si de eso no logramos hablar, no somos capaces tampoco de obviarlo y ponernos a charlar de los viajes al mar, de las despedidas y los encuentros, de la vida, que, en suma, florece entre manifestaciones. Porque sabemos que es de ellas de las que queréis escuchar.
Por todo, intentando ponerle poco a poco fin a ese silencio, mientras preparamos las maletas para una semanilla en España que esperamos nos aclare (con eso de la distancia) las ideas lo suficiente como para tener la crónica lista al regresar, queríamos dejaros por aquí un par de cosas. Para irnos desperezando.
Se trata de un par de artículos que han salido recientemente en sendas revistas, y que apetece enlazar por darles un poco más de vuelo.
Hace unas semanas salió el número 66 de la revista de ciencias sociales Ábaco. Su tema es en esta ocasión la llamada “generación Ni-Ni”. Cuando me pidieron una contribución, la primera reacción fue de pánico en el túnel: si ni siquiera creo en esa etiqueta, cómo iba a poder escribir sobre ella. Hasta que logré cambiar el chip y decir: “pues precisamente por eso”. El resultado es “Ni de lo que nos acusáis ni lo que querríamos. Retrato de una generación entre dos aguas“, un intento de disección del por qué de ese sambenito. Me gusta ponerlo por aquí sobre todo porque, como veréis, en parte es obra también de algunos de vosotros. Va con las fotos que generosamente me cedió para él la gran TAU MH.
Otra cosa que ha pasado últimamente es que las compañeras de La Madeja han subido finalmente a Internet el número 1 de la revista, con su dossier de migraciones. También ahí el encargo fue peliagudo: “¡pero si yo de esto no sé nada! ¡Con la cantidad de expertos que hay, cómo voy a teorizar yo sobre las migraciones!”. Pues nada, que no teorices, que cuentes lo que ves ahí, en ese país que es tierra de nadie y tierra de paso y tierra abonada para el dolor. De modo que, mirando, mirando, salió un collage de estampas que llevó por título “Tierra de frontera“. Lo recuperamos por aquí, en un montajito con las fotos que en un principio había pensado para él. (¡Pero no dejéis de pasaros a ver el resto de la revista!)
Así que ahí tenéis los dos, enteritos para su descarga cuando os apetezca leer a este gato que se va poniendo en marcha.
Por lo demás, prometemos, de verdad, que volveremos pronto. Que intentaremos aclararnos la cabeza, decir algo: aunque sea nuestro puro desconcierto.
eres grandiosa. soy argentina y la generación ni ni que has escrito me representa totalmente. brillante texto laura!!!
Hola Laura, no te comento mucho pero me paso por tu blog de vez en cuando y quería felicitarte por el artículo, es un retrato excelente de nuestra generación, especialmente de aquellos a los que la vocación nos arrastró hacia carreras más creativas. Hace cinco o seis años yo te podría haber servido perfectamente de testimonio, luego las cosas mejoran y es verdad que, poco a poco, consigues lo que llaman una “vida normal”, aunque entonces no podrás evitar sentir nostalgia del nomadismo de antes. Bueno, que me enrollo, felicidades!
Espero con enorme interés tu crónica de lo que pasa o no pasa.Qué suerte tienes de estar ahí. Y qué mal informados vamos de lo que pasa por la zona.
Ánimo.