Dicen que cuando los barcos están a punto de hundirse, los músicos son quienes se quedan en cubierta hasta el fin, amenizando la muerte. Por aquí ha pasado al revés: ante no sé qué clase de virus de mil patas que ha decidido atacar mi disco duro, la música se ha erigido en kamikaze y se ha autodestruido en rendición para avisarme de que algo malo estaba pasando antes de que la efermedad o iceberg alcanzara la carpeta de textos. Del naufragio se ha salvado muy poquito: hace unas semanas había decidido que era hora de ordenar las notas empezando por conocerlas, y no me había dejado en el iPod más que dos carpetas regaladas por amigos antes de venirme. Así que todas las canciones que me quedan para sobrevivir al invierno son las que contienen esos dos ficheros llamados “Músicas Gen” y “Músicas Ra”. Consideraré, pues, el contratiempo como una señal divina para cambiar el repertorio y aprender a tararear cosas nuevas de camino a clase.
Pero si a alguno se le ocurre cómo podría hacer revivir mi música perdida, que me avise y renuncio a creer en las señales.
Que aunque las carpetas-balsa son gorditas y sabrosas, cómo voy a sobrevivir al invierno sin Sabina, Serrat, Leonard Cohen, Tom Waits, Bunbury, Antony, Nacho Vegas, Rufus Wainwright, Air, Drexler…
In e-mule we trust, supongo.
siempre se acaba sobreviviendo, parece.
una recomendación para la tarea: “Cirano” de Francesco Guccini. Está en italiano, pero con llegarla a intuir la satisfacción es más que suficiente.
Y supongo que será un alivio escuchar donde quiera que vayas a la voz de París, quién pudiera…
Per sempre tua
¿Qué le pasó exactamente a tu disco duro?
(Tengo un papel en casa que dice que soy Ing. Tec. Informática, igual puedo hacer que dejes de creer en señales)
muá!