Los que, por suerte o por desgracia, salen del sueño prescrito, nacen a este mundo como niños perdidos. ¿Dónde están las palabras, dónde está la casa, dónde están mis ancestros, dónde están mis amores y dónde están mis amigos? No hay, hijo mío. Todo está por construir. Debes construir la lengua que habitarás, debes construir la casa en la que no vivirás solo, y encontrar los ancestros que te hagan más libre. Y debes construir la nueva educación sentimental por la que, de nuevo, amarás.
Si veis los vídeos, seguiréis leyendo. Y nadie os contará las reglas de esa construcción, pero sabréis al menos, de nuevo, que no estáis solos con vuestros ladrillos.
Ya me diréis.