De aquellos que así como sin querer llevan ahí años, que ya tienen más de amigos que de amantes malgré tout, que primero nos contamos las penas de con otros y luego nos quedamos a desayunar, que son paradójicamente sinónimos de lo estable, que siempre se llaman Tomás: parecida a la que sigue, varias cartas, pero sobre todo dos. Una con sello de un salón de Vallecas, otra con sello de algún bar de Oviedo.
Sin firmar un documento, sin mediar un previo aviso, sin cruzar un juramento hemos hecho un compromiso. Sin promesas nos marchamos: ni me obligas, ni te obligo; y aun así sé que soñamos yo contigo y tú conmigo…
…y tan solo de tratarnos hemos hecho un compromiso…