Refugio contra barbarie es una iniciativa de la Coordinadora de ONGD de Asturias, el Conseyu de la Mocedá del Principáu d’Asturies y la Federación Asturiana de Concejos destinada a visibilizar la situación de las personas refugiadas, a ponerle imágenes y palabras, a no permitir que se nos olvide. Primero, pidieron a varios ilustradores y diseñadores un trabajo gráfico sobre el tema del refugio. En esta web pueden verse las aportaciones. Luego, nos invitaron a colaborar a otras tantas escritoras y escritores: la propuesta, escribir a partir de una de esas imágenes. El resultado es un libro que puede conseguirse contactando a cualquiera de las instituciones implicadas; y que pronto estará también disponible para su descarga en Internet.
A mí me propusieron escribir en torno a esta imagen de Antonio Acebal, y el resultado es este texto, que desgraciadamente sigue vigente.
La noche es lo contrario a una casa
Tú llamas casa al adobe, tú llamas casa a la tela, tú llamas casa al cemento.
Porque una casa no es la pared, sino el cobijo. No es el techo, sino la calma. No es la ventana, sino la luz.
Cualquier combinación de puntos sobre la piel de la tierra podría ser un camino. Pero no a todas las posibilidades las llamamos camino. Llamamos camino a las que se trazan, llamamos camino a las que se transitan.
Una puerta no es una puerta si no puede abrirse. Si no puede abrirse, la puerta se llama muro.
No empleemos las palabras para nuestra indulgencia. Refugiado: un nombre que nos recuerda un momento en el tiempo en el que la comunidad de naciones decide que nadie debe verse expulsado de la vida. Garantía del derecho a un hogar frente a la violencia, la barbarie, la inesperada injusticia: que todo país sea el país de quien lo necesita.
Si la puerta es muro, si el camino no está trazado, no se llama refugiado. Se llama sin refugio, desamparo, abandono.
O noche.
Porque todos sabemos lo que es la noche.
Y que una casa es lo contrario de la noche.