Llevamos diez días de crónicas y aún no sabéis a qué me dedico en realidad.
No os preocupéis. Les pasa hasta a mis amigos.
Una dice “jefa de prensa” y parece que debería llevar traje y tacones. Una dice “responsable de comunicación” y parece que tiene en sus manos el destino de España.
Pero siento decepcionaros: me temo que no.
Mi trabajo es una cosa mucho más pedestre. Tiene que ver con pasarse el día recibiendo llamadas, mensajes y whatsapps de periodistas que quieren algo de Pablo: una entrevista cuanto antes, unas declaraciones sobre tal o cual cosa ya de ya. Tiene que ver con pensar deprisa la urgencia y pertinencia reales de cada una de esas peticiones. Tiene que ver con llevar un excel muy disciplinado en el que las anotes todas, las clasifiques con un código neurótico de colores y vayas tratando de ordenarlas en una priorización que siempre duele a alguien (que siempre duele a muchos). Tiene que ver con convencer a la coordinadora del equipo de que es fundamental que te abra huecos en la agenda para las propuestas que brillan en verde en la tabla, o con asaltar al jefe por teléfono a una hora intempestiva para hacerle una pregunta que lo más seguro no le va a gustar. Read More