Siempre me han gustado dos cosas de personas ordenada: hacer listas y hacer balances. Acompañando a los balances, me gustaba también repasar en minuciosos detalles la última etapa de algo. Me recuerdo pensando: “este es mi último despertar con doce años”, “esta es la última merienda de 1999”, “este es el último domingo que salgo a comprar el pan y los periódicos antes de irme a vivir a Madrid”.
Afortunadamente, he abandonado esta costumbre psicopática.
Sin embargo, ¡hoy es mi último día como becaria de periodista en Efe Rabat! La regresión al viejo hábito se impone.
He estado pensando mucho, en los últimos días y semanas. He hecho balance de lo aprendido y de lo que valdría la pena olvidar. De las historias que se me fueron abriendo como puertas o balcones, de las experiencias laterales que de manera inesperada iban trazando -pienso ahora- algo así como un rumbo.
Habrá tiempo para recuperar el balance, digamos, periodístico de la cosa. Repasando, encontré un mandamiento y os lo quiero contar. Pero eso será otro día. Hoy, con la emotividad de los finales, quería hablaros de otra cosa. Read More