“Tú no has visto nada en Hiroshima”, decía incansable el hombre de Hiroshima, mon amour mientras nos perdíamos mirando planos perfectos de texturas de piel. “Tú no has visto nada en Hiroshima”. “Tú no has visto nada en Hiroshima”. “Tú no has visto nada en Hiroshima”.
Ella respondía: “Lo he visto todo”.
He pensado en eso esta semana.
Porque escuchaba, incansable, decir, todo el tiempo: “tú no estás viendo nada en El Aaiún”. Read More