Estos días están pasando en este país y en lo que no es este país tantas cosas, y tan negras, que le han comido la lengua al gato.
No cree saber ni poder contar nada. Ya tenéis google para los hechos (sólo tenéis que poner “El Aaiún” en su cajita si no sabéis de qué os hablo), vuestra cabeza y de nuevo google para deducir la situación-papel-posición de la prensa y los periodistas en el enredo, y la intuición (sin google ahora) para imaginar todo lo que querría escupir aquí como un minino enfermo de rabia.
Es que hay cosas que son tan grandes y tan feas que una no tiene nada que decir, poco que aportar. “Lo que está a la luz no necesita candil”, responde siempre en estos casos un amigo.
Pero tampoco quiere callarse, el gato. Yo creo que no sabe. Callar es consentir, como asumir que no te enteras es asentir, y no vale.
Total, que, enfadado y triste, sólo se le ocurre dejar por aquí un par de poemas, una canción. Ya sabéis: él habla así.
Y luego se queda mudo, mirando pa’ dentro, pa’ donde el mundo se pinta de otra manera. Read More