“Que un solo traidor puede con mil valientes…”

Estos días están pasando en este país y en lo que no es este país tantas cosas, y tan negras, que le han comido la lengua al gato.

No cree saber ni poder contar nada. Ya tenéis google para los hechos (sólo tenéis que poner “El Aaiún” en su cajita si no sabéis de qué os hablo), vuestra cabeza y de nuevo google para deducir la situación-papel-posición de la prensa y los periodistas en el enredo, y la intuición (sin google ahora) para imaginar todo lo que querría escupir aquí como un minino enfermo de rabia.

Es que hay cosas que son tan grandes y tan feas que una no tiene nada que decir, poco que aportar. “Lo que está a la luz no necesita candil”, responde siempre en estos casos un amigo.

Pero tampoco quiere callarse, el gato. Yo creo que no sabe. Callar es consentir, como asumir que no te enteras es asentir, y no vale.

Total, que, enfadado y triste, sólo se le ocurre dejar por aquí un par de poemas, una canción. Ya sabéis: él habla así.

Y luego  se queda mudo, mirando pa’ dentro, pa’ donde el mundo se pinta de otra manera. Read More

Una historia marroquí de amor (por la verdad) y de censura

ARTE Y OFICIO DEL ADUANERO
Nadie es responsable de la clase de poesía que llega a los pueblos sin aduana.
Alguien es responsable de que a los pueblos con aduana no llegue ninguna clase de poesía.
(José Viñals)

 

El otro día, cuando andaba trasteando con los archivos de TelQuel para enlazaros de lo que piensan y pensamos las unas, las otras y las de más acá, me acordé de una cosa que, hace meses ya, quise contaros y luego se me fue pasando. Aunque uno de los dogmas en los que no creo es ese de que pasado el tiempo las noticias ya no importan, en este caso me parecía un poco tarde para contarla hasta desde ese escepticismo.

Desgraciadamente, ahora tengo una excusa perfecta.

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