La plaza de Djemaa El Fna es seguramente uno de los motivos que me hicieron volver a Marruecos, elegir vivir aquí.
“Amo a esa plaza como si fuera una persona”, decía el otro día una amiga que la conoció a la vez que yo. Yo no. Yo no la amo. No la entiendo, no confío en ella y no la extraño cuando no está. Pero sí que es para mí uno de esos mágicos seductores que, cuando se tienen delante, invitan a abandonar todo raciocinio y destejer el hilo de la realidad para abandonarse en sus brazos. Sin condiciones, sin cortafuegos. Read More