El amor en tiempos del móvil…

… es igualito al del tiempo de las cartas 😉

Uno no puede, al comienzo de una amistad con una mujer, e incluso si esta no va a desarrollarse en adelante, separarse de esas primeras cartas recibidas. Uno quiere tenerlas todo el tiempo junto a sí, como bellas flores recibidas, todavía frescas, y que uno no deja de mirar si no es para olerlas más de cerca. La frase que se conoce de memoria es agradable de releer y, en las aprendidas menos literalmente, uno puede verificar el grado de ternura de una expresión. ¿Ha escrito ella: “vuestra querida carta”? Pequeña decepción en la dulzura que se respira, y que debe ser atribuida sea a que se ha leído demasiado rápido, sea a la escritura ilegible de la interlocutora; ella no ha puesto: “vuestra querida carta”, sino “viendo aquella carta”.  Pero el resto es tan tierno. ¡Oh! ¡Que vengan flores iguales mañana!

Luego eso ya no es suficiente, harían falta confrontar a las palabras escritas las miradas, la voz (…)

(“En busca del tiempo perdido”, M. Proust)

¿No? Read More

“Querer vivir”

Hace no mucho, me hablaban de un libro, “Amar y pensar”, de un tal Santiago López Petit. Me hacían llegar una serie de fragmentos que pertenecían definitivamente a la especie de esos que me reconcilian con la filosofía y me recuerdan por qué tengo en casa tantos libros gordos.

Hoy, me encuentro con esta entrevista y me digo: “venga, sube un cachito al blog. Para ver si en una temporada no hace falta ponerse a explicar por qué que tiene sentido explorar la palabra ontología, pasar las horas descifrando manuales, hacer incluso exámenes que obliguen a enfrentar páginas antiguas pese a todas las perezas… ”

“Para llegar a escribir cosas como estas un día, hombre”, es la respuesta.

(Intentaré acordarme en septiembre, cuando el calendario de exámenes vuelva a traerme a mí misma la pregunta de quién coño te manda meterte en este berenjenal…)

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A los niños perdidos

 Los que, por suerte o por desgracia, salen del sueño prescrito, nacen a este mundo como niños perdidos. ¿Dónde están las palabras, dónde está la casa, dónde están mis ancestros, dónde están mis amores y dónde están mis amigos? No hay, hijo mío. Todo está por construir. Debes construir la lengua que habitarás, debes construir la casa en la que no vivirás solo, y encontrar los ancestros que te hagan más libre. Y debes construir la nueva educación sentimental por la que, de nuevo, amarás.

Si veis los vídeos, seguiréis leyendo. Y nadie os contará las reglas de esa construcción, pero sabréis al menos, de nuevo, que no estáis solos con vuestros ladrillos.
Ya me diréis.

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Puertollano, próxima estación…

Por maravillas de la técnica, puedo ir en el tren jugueteando con internet. Y el soniquete de la voz de lata (…Córdoba, próxima estación, Puertollano, próxima estación…) me hizo inevitablemente pensar en este poema. Aunque no quiera cantar un poema triste, porque, en efecto, baxemos al sur y buscábemos la lluz, y fo la lluz quien mos topó; pero, en mi caso, la luz que me encontró vuelve conmigo. Puerta de Atocha, próxima estación…

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