Cuando cuesta casi todo, siempre ha venido bien mirar por la ventana el anuncio de tormenta y escuchar casi distraídamente a Larralde. Y es que
cuando no se quiere ver
no hay más que cerrar los ojos,
pero no es bueno a mi antojo
ser ciego por voluntad,
castiga más la verdad
en rancho que usa cerrojos…