En una de esas ocasiones en las que detrás de un café viene otro, y luego otro, y otro más.
– Estoy borracho.
Miras a tu derecha, arriba, y se encorva un barbudo que apesta.
– ¿Qué dice?
– Que estoy borracho. Al menos eso me dicen, y por eso nadie habla conmigo.
– Oiga, pero… ¿y qué quiere que le haga yo?