Mi amigo el amigo de Antígona me hablaba enigmáticamente de este artículo el otro día mientras veíamos el cielo de Madrid desde la peculiar perspectiva de una de esas terrazas a las que la llevan a una a cenar los caballeros con melena (y que aprovecho para recomendaros porque no puedo creerme que llevara cinco años en Madrid y nunca hubiera estado, que no os pase lo mismo). Esperé expectante su aparición toda la semana, y lo cierto es que ha ido por un derrotero que no era exactamente con el que contaban mis apuestas.
Aunque el tema de Rosa Díez y su visita o no visita no me interesa demasiado, más allá de la anécdota me parece que vale la pena dedicar un rato de la mañana a pensar sobre lo que se cuentan y las direcciones a las que apuntan sus reflexiones sobre el espectáculo de los medios y la reveladora -a la vez que divertida- estrategia que, describen, se les ocurrió esta vez a los alumnos de Políticas para subvertir la regla del juego. Aunque tengo mis dudas sobre todo ello -la base, la estrategia y su eficacia-, el mero hecho de que me haya puesto a darle -una vez más- vueltas al coco me parece que ya hace que la cosa merezca compartíroslo. En concreto, el párrafo que os copio abajo se parece mucho a lo que me carcome la cabeza en mis mañanas de trabajo y mis tardes de intentar pasar a limpio las reflexiones con cara de estudio sociológico de las mañanas, así que me gustó verlo formalizado en palabras ajenas, que siempre ayuda a avanzar.
De modo que aquí os dejo el enlace. Porque, además, a mi también me gusta presumir de amigos… y ya os he dicho mil veces para que sirven en realidad los blogs 😉
(…) Los cierres y exclusiones que los medios operan en la esfera pública están en la base de la derechización de nuestras coordenadas ideológicas. Gracias a su capacidad de monopolizar agendas, en los últimos 30 años de democracia española hemos sido extenuados con millones de páginas y horas de información dedicadas al terrorismo y al nacionalismo, pero hemos contado con poca y mala información para pensar y deliberar sobre la calidad de las políticas sociales; sobre los límites de nuestra convivencia intercultural (tanto con los inmigrantes como entre las diversos sentimientos nacionales peninsulares); sobre un sistema electoral antipluralista o el modelo económico (con el que es imposible afrontar la crisis actual) (…)