De Arne Rautenberg, el alemán que parecía hecho de respeto, que iba por cortesía a todas las lecturas aunque no entendiera ni papa, también tres poemas. Sacados de la recopilación editada por el propio equipo de Cosmopoética en su colección de libros en la traducción de Juan Andrés García Román, quue adquiere para mi condición de odisea homérica, de travesía trasatlántica en parapente, de neurocirugía con filigranas, de virtuosismo de violinista tocando a Stravinsky.
Y no me resisto a que uno de los tres sea la muestra -directamente fotografiada del libro con el móvil, perdonad la pésima calidad de la imagen, aunque es lo de menos- de esa clase de poemas en los que este caballero opta, para decir, por no usar palabras.
(Quien pueda, que se haga con los poemas de “Mirada a la creación de la rueda” (“Einblick in die Erschaffung des Rades”). Demasiado complicado intentar copiarlos aquí, pero interesantes como para merecer la búsqueda del libro).
Valiente como un
abejorro que indeciso inventa
un horizonte sobre el mar.
LA LUCIDEZ DE LOCAS MUÑECAS PARLANTES
loca muñeca parlante que al encenderla dice
enciéndeme
y al apagarla dice
enciéndememe admiran las mariposas
que a cientos por la noche
y a pesar del fuerte chaparrón de tormenta
revolotean en torno al farol de la calleloca muñeca parlante que al encenderla dice
apágame
y al apagarla dice
apágamedesprecio a las mariposas
que a cientos por la noche
y a pesar del fuerte chaparrón de tormenta
revolotean en torno al farol de la calle
oooolllaa