Pasada ya la celebración y hasta la resaca, en ruta norte la familia, recuperada la calma lo suficiente como para pensar… es momento de daros las gracias.
A los que estabais allí, a los que nos acompañabais telepáticamente, a los de las llamadas inesperadas y los mensajes imprescindibles, a los de las cervezas y a los del margarita… é tutti cuanti. Al final uno las cosas las hace sólo por el placer de vuestra compañía.
Y como la calma es el tiempo de las crónicas, aquí tenéis la de Alba.
Yo no digo nada más que eso: gracias por venir 😉