Esta mañana, a Laura, su estimada reportera del mal, le tocó cubrir un juicio con jurado, y lleva todo el día dándole vueltas al tarro y pensando, claro, en esta peli…
Siempre lo supe pero nunca había localizado las razones: por qué las mujeres que hablan muy bien en público tienen en general más fuerza que los hombres que hablan muy bien en público. Voilà:
Escucha a una mujer hablando en una asamblea (si no ha perdido el aliento dolorosamente): no “habla”, lanza al aire su cuerpo tembloroso, se suelta, vuela, toda ella se convierte en su voz, sostiene vitalmente la “lógica” de su discurso con su propio cuerpo; su carne dice la verdad. Se expone. En realidad, materializa carnalmente lo que piensa, lo expresa con su cuerpo. En cierto modo, inscribe lo que dice, porque no niega a la pulsión su parte indisciplinable, ni a la palabra su parte apasionada. Su discurso, incluso “teórico” o político, nunca es sencillo ni lineal, ni “objetivado” generalizado: la mujer arrastra su historia en la historia.
Me encuentro en el fotolog de Erika el enlace a este vídeo que, americanadas aparte, viene que ni pintado a este tiempo de decisiones y desconciertos, certezas y dudas, promesas de error… A esta mañana de domingo con tanto por pensar. Evidentemente, no es que me haya dado por querer ser Steve Jobs. Pero el que quiera entender que entienda.
Con todo el trajín olvidé contar que Gen ha decidido repintar su casita virtual, cambiarle las cortinas, poner fin a la era de negro y gatos para empezar la de naranja y árboles, y empezar a contarnos Buenos Aires: no os lo perdáis, que además siempre descubriréis canciones.
(Y esto es todo lo que tengo que decir un lunes a estas horas).
Pasando el fin de semana en la primera casa que llevó tal nombre para mí, miro desde la cama de mi infancia las paredes en las que a lo largo de años fui pegando fotos, postales. palabras. Es curioso ver como de lejos todo eso que en algún momento representó una vida. Entonces me encuentro, en una esquina casi junto a la ventana, un papel pequeño, verde, que en letras rojas y gastadas dice:
Si no es verdad, bueno o necesario… mejor olvídalo.
Ya veis. Hubo un tiempo en que en efecto ya lo sabía todo. Fue sólo luego que lo olvidé. Pero no tendría que ser muy difícil volver a alcanzarlo. Read More
Pasada ya la celebración y hasta la resaca, en ruta norte la familia, recuperada la calma lo suficiente como para pensar… es momento de daros las gracias.
A los que estabais allí, a los que nos acompañabais telepáticamente, a los de las llamadas inesperadas y los mensajes imprescindibles, a los de las cervezas y a los del margarita… é tutti cuanti. Al final uno las cosas las hace sólo por el placer de vuestra compañía.
Es una pregunta clásica: “si pudieras elegir cualquier lugar del mundo… ¿¿adónde te irías ahora mismo?? ¡Contesta rápido, lo primero que se te venga a la mente!”
Y uno responde según proceda. “A tu lado, amor”. “A la Conchinchina”. “A una playa de Cancún”.
Pues bueno. Casi casi. Lo creáis o no, existe al menos una situación posible en la que a uno le ponen delante una lista con treinta nombres. Los de treinta ciudades que sin duda se cuentan entre las más atractivas del planeta. Y le dicen: “elige”. Read More