En este pluriempleo ocupacional y emocional en el que vivo y que amenaza con lanzarme de cabeza a algún trastorno que tenga algo que ver con personalidades múltiples, a veces las cosas encajan con mágica precisión.
Por ejemplo, ayer me pasé buena parte de la mañana descifrando la sentencia que contaba esto:
Absuelto un soldado gay que desertó por acoso
PÚBLICO, Madrid
El Tribunal Supremo (TS) ha absuelto a un soldado que había sido condenado a tres meses de prisión por un tribunal militar por “ausentarse de su destino sin permiso” en 2006. El hombre desertó porque era víctima de malos tratos por parte de sus compañeros, debido a su homosexualidad.
El tribunal militar que condenó a Francisco O. M. no consideró que el miedo justificara su deserción, aunque aceptó la “fuerte e intolerable hostilidad” que éste sufrió, informa Efe. El TS considera ahora que el soldado queda eximido del delito de abandono de destino porque el “miedo insuperable” se contempla como causa de exculpación en el Código Penal. La sentencia recoge que el militar se ausentó “con el único fin de proteger su integridad moral e incluso física”. La víctima había relatado al juez las continuas amenazas recibidas, consistentes en que, si no se iba, le podía “pasar algo malo”, porque “los maricones” como él no tenían “derecho a estar en el Ejército”.
Que lo sepáis, a los soldados que huyen ya los ampara el Supremo.
Eso sí, sólo si su situación es de miedo insuperable.