En la primera semana de trabajo se aprenden un montón de cosas. La primera es que aquella cómoda elección matutina de si levantarse o no era un privilegio nunca suficientemente agradecido.
Luego se aprende también quién es quién, quién es el jefe, y dónde tiene uno que sentarse: tres categorías unidas por obra y gracia de jerarquías extrañas. Lo siguiente que hay que aprender, si el trabajo es este mío, es a vivir como si no existieran los puntos y seguido. O eso me han dicho. Read More