Después de que se rompiera mi ensaladera favorita, lancé con mucha rabia al suelo el tupper que usaba a diario.
Si supiera tener cuidado, los dos segurían enteros.
Pero, joder, si lo que supiera fuese guardar mejor la calma, al menos me quedaría el tupper.
Me ha vuelto a pasar.
Es cierto, a la gente
se le caen las cosas.
De estar ahora aquí
tendría que darte la razón,
como siempre,
y avisarte del peligro,
no,
no pises el suelo descalzo.
Los cristales están por todas partes,
lo nuestro cambió de pronombre
y estalló como una vajilla de duralex.
(Sofía Castañón -que, cada vez está más claro, nos pasan igual las mismas cosas-)