Gracias a lo que el capitán Héctor les contó a los chavales en la lectura que compartimos (medio predicadores, medio estrellas del rock) en un instituto, me vinieron ganas de volver a abrir los libros de Mario Benedetti, cuyas páginas no había pasado en años. Y recordé de un sólo guiño cómplice por qué mágica combinación de sencillez y astucia me gustaba tanto.
Os dejo aquí estos versos, y lo hago en “versión” audiovisual no sólo para que aquellos entre los visitantes de este gato a los que la poesía les causa un cierto vértigo (haberlos haylos) los disfruten; sino también por el metapoema en que lo inscriben aquí en “El lado oscuro del corazón“.
(Y cómo hablar de esta película y no llevaros a aquello…. Y cómo hablar de Benedetti, y de esta película -bis- sin hacer mención a los únicos mandamientos que he creído nunca dignos de ser colgados en mi pared).