Y llegó por fin la familia, el coche cargado con todas las cosas sin las que no se puede pasar el invierno. La casa ya parece una casa, hay libros, manteles, abrigos, el saxo, las velas, un árbol a construir.
Llegaron, también, por fin, a mis manos las últimas cartas a Kansas, y así fue como pude, cuando tuve todo sobre las baldas, en los cajones, en su sitio, confirmar lo que me temía:
Puedo hacer
como con todo,
escoger el color equivocado
apuntar mal una dirección
desandar el camino a tus manos
y fingir
que vuelvo a empezar, que
los rotuladores
las calles
tus ojos
son otros.
Pero si recojo un día el cuarto
y coloco los libros donde van
y deshago las cajas
y dejo tan sólo los bolígrafos
que aún pintan
en el bote del escritorio,
si destapo los escondites y dejo
respirar a la mesa desnuda
quedarán frente a frente
este papel en blanco
y el caos
que aún me sigue habitando.
(Sofía Castañón, “Últimas cartas a Kansas”)
Las cartas a Kansas solo las he podido ojear una vez en casa de Alfredo, ya tengo ganas de leerme el libro entero y despacio. Por lo que pones aquí, promete.
Las palabras según paupablo ya no funcionan, ahora ando por otros lares
¿Y la primicia que ya no lo es, porque está en youtube “oficialmente”, te gustó?
Thanks por las palabras, niña, por la publi.
Qué ganas de darte un abrazo grande, en condiciones, reley.
Desde luego, Alba me recomienda buenos blogs. Y encima, por las casualidades y la luz de la vida, encuentro aquí a otro amigo mío.
Tanta suerte extraña.