Coge un puñado de personajes reales, entrevístalos, fílmalos, no pierdas detalle, y luego conviértelos en dibujos para que se vuelvan de mentira.
Coge una historia de verdad, la más atroz, y mézclala con sueños, con alucinaciones; píntala sólo en amarillo y negro, azul y gris, para que quepa duda.
Coge las reflexiones más profundas y hazlas dibujo animado: tal vez es propio del hombre caer más en la cuenta a través de los cuentos.
Recuerda que en el camino de la guerra tu personaje sólo puede estar pensando en el más terrible drama: un desamor adolescente. Titula a tu película con un momento tan imposible que sólo puede ser cierto.
Tendrás “Waltz with Bashir”, documental de animación, reportage en poema, psicoanálisis recortado a ojo de pez; y un enorme nudo en la garganta, y nada que decir, después:
Sé yo de una que el año que viene está en chirona por tener la mula a alto rendimiento;)