Me voy a copiar esto en un post-it y llevarlo en la cartera para todas esas veces que hay que improvisar una respuesta a aquello de “¿Alemán? Yo no lo estudiaría nunca, con lo feo que es, con lo mal que suena…”
(Nota para gente no incluida en las categorías del título del post que pese a todo hayan seguido leyendo: es un libraco raro con avaricia que estaba en ese momento hablando de cosas malvadas sobre recursividad y otros palabros, así que cuando habla de “pilas”, “metidas” y similares, se refiere más o menos a esto.)
Posiblemente tengamos una capacidad de apilamiento mental mucho más grande con relación al lenguaje. La estructura gramatical de todos los idiomas implica la elaboración perectamente organizada de pilas. Sin embargo, no hay duda de que la dificultad para comprender una oración determinada se incrementa notoriamente con la cantidad de metidas sobre la pila que se produzcan. El mentado fenómeno del “verbo-al-final” en el idioma alemán, acerca del cual se cuentan cómicas anécdotas sobre distraídos profesores que inician una frase, pasan a disquisiciones que los ocupan por el lapso de toda una conferencia, y luego finalizan acumulando a la carrera una retahíla de verbos que a su audiencia, cuya pila ya hacía tiempo había dejado de mantener coherencia, dejan perpleja, se narran, es una muestra excelente de metidas y sacadas lingüísticas. La confusión que, en la audiencia que saca desordenadamente, echando mano a la pila coronada por los verbos del profesor, es fácil y divertida de imaginar, puede engendrarse.
Aunque en el post-it también debería incluir, para ser sincera en mis motivaciones, razones como que cuando, esta mañana, en mitad de una traducción me tropiezo y recurro a google, me encuentro con esto:
Hoy he aprendido una nueva palabra: weltschmerz. Se usa para describir ese estado de ánimo que te atrapa a veces cuando miras a tu alrededor, ves el mundo, lo comparas con lo que podría ser, y dicho mundo se te cae encima. Pasa, por ejemplo, cada vez que enciendes la tele en España, o cuando lees los folletos de los fundamentalistas cristianos de aquí (cada vez más numerosos y vociferantes), o cuando lees los titulares del periódico últimamente. (…)
Ah, ¿que qué quiere decir? Los alemanes son muy ahorrativos con los espacios, ya se sabe. Significa “mundo-dolor”. Es decir: la usas cuando te duele el mundo.
Y de esas, a patadas.
Bueno, y también debería meter más cosas en el post-it. Como el “Pequeño poema infinito” adaptado por Manfre Maugenbrecher para el disco de “Poets in New York“.
Porque digan lo que digan, el alemán suena bien.Además de todo.
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Porque esto es lo más parecido que se me ocurre a “rayos y centellas”.
Arg… El alemán es una puta condena!!!
Hey Laura, are you going to reply to my mail one of these days? 😀
He visto una noticia muy muy buena en el blog de Hesperya 😀
Para cuándo es?
¿Y si te digo que yo soy de las que dicen eso sobre el alemán y además soy informática? ¿No es increíble?
Y terminaste de “conquistarme” con lo del final…
Aiss…
(Hace tiempo que no te pasas)
muuuuuuuuuuuuuuuá!