A este poema, yo siempre le quitaba los dos últimos versos. A la hora de colgarlo en paredes o regalos, siempre había un séquito de puntos suspensivos detrás de Séneca.
Pero hoy, tras unas cuantas horas con los fantasmas rondando y los ojos como platos, entiendo por fin el final. No creo que sea como para darme la enhorabuena. Read More