Quizá cuando el griego decía -y, es más, creía- que nadie hace el mal queriéndolo sino por desconocimiento, pensaba anacrónicamente en algo como esto. Los villanos, como todos en nuestros errores, no están eligiendo el mal. Quizá es eso lo que da más miedo de todo. Que en su particular algoritmo ético, eso que nosotros vemos negro estaba arriba en la escala del bien. Siempre fascina ese vértigo de relativismo.
Vamos, que si hay un documento que yo habría deseado encontrar, es este:
(..) En el maletín de piel de Lo Piccolo, considerado el heredero del jefe de jefes de la Cosa Nostra, Bernardo Provenzano, la policía ha hallado un texto, escrito a máquina y en mayúsculas, con el escueto y preciso título de Derechos y deberes.Abajo, una lista con los diez mandamientos, las reglas que jamás se pueden transgredir para tutelar la organización y para garantizar la fidelidad, obediencia, moderación y sobriedad que caracterizan a un “hombre de honor”(…) [EL PAÍS]
Aquí, por ejemplo, para que sepan más los amantes de don Vito y familia.
Yo hoy voy a soñar con pistoleros, y con lo mucho que se parecen -al menos en Corleone- los diez mandamientos de Dios a los del diablo.